Este es el blog del taller de Recopilación de la Historia de Beniaján, una experiencia desarrollada entre los años 2010 y 2015 en la Escuela Popular de Beniaján. Participó en ella un nutrido grupo de personas del pueblo que, día a día, dieron constancia de su tiempo y de su memoria para que su voz no se pierda. En 2016 publicaron el libro "Beniaján y sus gentes. Un paseo por la memoria", recogiendo parte de su investigación. Este trabajo ha tenido continuidad y se ha consolidado en el Centro Cultural de Beniaján a través de "Conoce tu localidad", taller que sigue activo hasta hoy, recopilando aspectos sobre el patrimonio y la historia de Beniaján.

martes, 15 de noviembre de 2011

Aquellos ultramarinos... aquellas casas - tienda... aquellas mujeres.



Esta foto fue tomada el 5 de agosto de 1951.
En aquellos años la economía se articulaba principalmente sobre el sector primario. Un amplio porcentaje de población trabajaba la tierra, de la que obtenía sus frutos y se cuidaban animales en casa. Sin embargo, había productos de primera necesidad (aceite, café, pescado) que no se podían conseguir en el entorno inmediato a la vivienda. Para satisfacer esta necesidad proliferaron las tiendas llamadas de “ultramarinos” o “colmados”.
Hay que recordar que en estos primeros años de la década de los 50 la autarquía todavía era una realidad en la España franquista y la gente aún tenía que ir a las tiendas y repartos de comida con la cartilla de racionamiento.
La escasez y la miseria era algo generalizado y estas tiendas tenían muchas púas de lo que la gente le dejaba a deber. La situación era tal que se usaban múltiples sistemas de medida para poder vender de todo a granel y en cantidades muy reducidas, para poder adaptarse a la falta de dinero de los compradores.
En este caso se trata de la tienda de Soledad, conocida como “La Barcelona”, por su apellido (Barceló), no porque fuera catalana de origen.
Muchas veces (como sucedía en el caso que nos ocupa), las familias que abrían este tipo de negocios lo hacían porque también tenían un camión y/o un carro que les posibilitaba ir hasta los centros de abastecimiento de estas mercancías y venderlas no sólo en la tienda del pueblo sino también en las viviendas dispersas de la huerta. Además, hacían portes y llevaban gente de un sitio a otro. Es decir, el negocio estaba “diversificado”, como se diría ahora y las fuentes de ingresos eran múltiples, no sólo la tienda.
En la Calle Mayor de Beniaján había varias tiendas de este tipo.  

Cambio social:
Estas tiendas fueron desapareciendo durante la década de los 80, con la llegada de los supermercados e hipermercados y sus ofertas de precios bajos.
En la actualidad perviven algunos de estos colmados, dando servicio a las viviendas próximas pero en su mayoría se han reciclado en una especie de pequeño supermercado de barrio.
El cambio más reciente y notorio en la Calle Mayor de Beniaján lo pone la existencia de una carnicería Halal abierta hace unos 3 años por una de las familias marroquíes que viven en el pueblo.

Género:
El trabajo estaba dividido: sólo el hombre (no aparece ninguno en la imagen) podía hacer los portes y conducir el carro o el camión. La mujer trabajaba. Pero siempre en el ámbito doméstico, aunque esto incluyera una actividad productiva, como en la escena comentada.
Las hijas podrían ir a trabajar fuera de la casa mientras no se casaban, lo cual sucedía habitualmente. En Beniaján el principal sector económico productivo fuera del hogar y la huerta eran las fábricas de conservas donde trabajaron estas chicas y muchas otras hasta su matrimonio.
Tras el matrimonio tuvieron que pasar varios años y muchos cambios para que pudieran volver al mundo laboral, tal como relatan nuestras informantes.

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