Este es el blog del taller de Recopilación de la Historia de Beniaján, una experiencia desarrollada entre los años 2010 y 2015 en la Escuela Popular de Beniaján. Participó en ella un nutrido grupo de personas del pueblo que, día a día, dieron constancia de su tiempo y de su memoria para que su voz no se pierda. En 2016 publicaron el libro "Beniaján y sus gentes. Un paseo por la memoria", recogiendo parte de su investigación. Este trabajo ha tenido continuidad y se ha consolidado en el Centro Cultural de Beniaján a través de "Conoce tu localidad", taller que sigue activo hasta hoy, recopilando aspectos sobre el patrimonio y la historia de Beniaján.

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viernes, 7 de febrero de 2014

Itinerarios tempranos. La Secundaria en el franquismo



El último miércoles, día 5 de febrero, durante nuestra sesión de taller estuvimos trabajando en muchos temas. El principal fue sobre Edmundo Chacour y el teatro en Beniaján antes de que él llegara. Y es que vamos a colaborar en la muestra de teatro Edmundo Chacour que, como cada año, organiza la asociación que lleva su nombre.

Si tenéis fotos de aquéllas obras en el SADECA, en el cine de verano de Tana o en el Cine Regio, por favor, traedlas al taller. También se las podéis dar a la gente del teatro Edmundo Chacour, a Manuela o Cati.

El caso es que, hablando sobre aquéllo, nos acordamos de las obras de teatro que hacíamos en el colegio y el instituto y eso nos llevó a hablar de cómo era la secundaria en aquéllos años, relato que ofrecemos a continuación:

Con ¡9 años! había que hacer el examen de ingreso que tenía una parte escrita (división por 3 cifras con la prueba y un dictado) y una parte oral con un tribunal con preguntas por ejemplo: ¿cómo murió San Pedro? Si aprobabas, en octubre de ese año empezabas 1º de bachiller ¡con 9 o 10 años! en Murcia, en el Alfonso X, que antes estaba donde está ahora el IES Licenciado Cascales (junto a La Glorieta) y después se lo llevaron a la Flota (en la imagen), rodeado de huerta.

En este curso se hacía otra revalida con la que obtenías el título de bachiller elemental. Si aprobabas podías ir directo a profesiones como magisterio. Si querías una carrera de grado superior tenías que hacer 5º y 6º y para obtener el título de bachillerato superior, además, aprobar otra revalida. Y de ahí, al PREU (preparación a la universidad) y la selectividad si querías seguir estudiando.

El horario era de mañana y tarde. Por la mañana se daban las asignaturas importantes y por la tarde las consideradas “marías”, como formación del espíritu nacional y religión. La educación, por supuesto, estaba segregada por sexos y sólo había un instituto femenino para toda Murcia, que era el del Carmen.

Las letras estaban muy desprestigiadas, por eso había como una proporción de 75-25, yendo la mayoría a ciencias. Las letras se veían para niñas ricas que hacían filosofía y letras. Se veía algo como para pasar el rato, ser chica con tema de conversación….

En fin... Un sistema educativo que segregaba y que lo ponía muy difícil para que pudieran acceder a él la mayoría de niños y niñas. Y que, además, dejaba a sus alumnos huérfanos en lo que se refería a conocimientos humanistas, valores, emociones, etc.

Después, en 1970 llegó la Ley General de Educación (la de la EGB - BUP - COU - Selectividad) que implantó la obligatoriedad de la escolarización y dio los primeros pasos hacia la igualdad de oportunidades. Pero eso ya es otra historia.

martes, 29 de octubre de 2013

Reiniciamos el curso...

...Y lo hacemos antes de tiempo y metiéndonos de lleno en un tema del pasado pero de candente actualidad.


Como ya hemos comentado otras veces en el Blog, el taller colabora con el IES Beniaján en su proyecto europeo COMENIUS sobre franquismo y nazismo. En esta ocasión la colaboración se concretó en una visita del taller al IES la mañana del miércoles, 16 de octubre. Nuestra misión era contar a los chicos y chicas allí reunidos (algunos de ellos venidos de la mismísima Alemania), cómo se vivió la Guerra Civil en Beniaján y en Murcia.

Para ello, nuestra apuesta fue tirar de las voces de la memoria de aquéllos años, aún viva en los más veteranos de Beniaján. En este sentido, contamos con la colaboración de Luis "El Perillo", Eliseo "del Casino", Antonio Pellicer, Antonio Serrano, José Aparicio "el Nene Aparicio", Francisco Cánovas "el Marqués" y Paco "el Polito", todos ellos en torno a los 80 años, excepto Luis, que tiene 92. A través de sus recuerdos consiguieron llevarnos hasta aquéllos años y hacernos sentir la inseguridad, la desinformación, el desconocimiento y desconcierto ante lo que estaba ocurriendo.

En aquel lejano verano de 1936, llegó a Beniaján la información de que los militares se habían levantado en armas contra la República y lo hizo a través de la prensa. Recordemos que Beniaján era un lugar de paso, muy marcado por la presencia de su Estación de tren, por la que entraban noticias frescas todos los días, ya fuera a través de rotativos, ya fuera a través de viajeros y comerciantes.

En un principio, nadie sabía el alcance que podía tener aquéllo, pero enseguida se vieron movimientos: según nos cuenta Paco "el Marqués", que vivió siempre al lado de la Iglesia de Beniaján, poco antes del inicio de la guerra, el templo ardió y varios vecinos y vecinas corrieron a proteger algunos santos, pero la mayoría de esculturas fueron presa de las llamas. Las ruinas de la parroquia fueron testigo de su destino durante los tres años de la contienda y Paco recuerda que una de las primeras cosas que hizo el nuevo Régimen tras la guerra fue un concierto en el solar de la Iglesia, rodeados de escombros.

Por su parte, los que más organizados estaban (dirigentes de partidos políticos y sindicatos) crearon los "comités", uno en cada pueblo, que "organizaban" la vida local y tomaban decisiones. Se empezó a reclutar gente para ir al frente. Así, se veía cómo hermanos mayores, primos, novios y maridos se iban al frente tras rápidas instrucciones en la vieja Condomina o en la Finca de Don Adrián. El rico terrateniente fue llevado preso y sus tierras colectivizadas.

Algunos jóvenes iban voluntarios al frente, como el hermano de Eliseo, que fue piloto y tras una breve instrucción en Los Jerónimos, fue a luchar en varios lugares. Uno de ellos, Teruel, donde murió. Pero otros iban porque les tocaba por edad o porque los reclamaban. Los de Beniaján iban a luchar al frente republicano, pues estaba en esa zona del país. Si el alistado "forzoso" no confesaba con esas ideas, sólo le quedaban tres opciones: aguantarse, escapar o, ya en el campo de batalla, pasarse al otro frente si es que compartía esas ideas.

Hacia el final de la contienda ya se sabía que era mejor evitar el frente. Luis así lo supo y por eso cuando estaba a punto de ir al Servicio Militar, como eso era "destino trinchera" asegurado, prefirió enrolarse voluntario en la Guardia de Asalto, el cuerpo policial de la República, en el que sirvió durante unos meses en la localidad de Valdepeñas.

La guerra se libraba en frentes de batalla de los que no hubo ninguno significativo en Murcia. Únicamente se cavaron trincheras en Sucina, El Garruchal, El Puerto de la Cadena... por si eran necesarias. Murcia también se escapó de los bombardeos, no como su vecina Cartagena, que fue arrasada en gran medida.

Así que la guerra aquí se vivió por el efecto sobre las familias y por el miedo, que corría como la pólvora. En una ocasión, se corrió la voz de que los marroquíes que apoyaban a Franco iban por los pueblos cortando cabezas y violando mujeres y que habían desembarcado en Torrevieja. Los hombres y mujeres de Beniaján pasaron varias noches en vela. Ellos hicieron barricadas en las vías del tren y se armaron de palos, hachas y cuchillos para luchar contra el posible enemigo. Y ellas recogieron a los niños y se escondieron. Afortunadamente, quedó sólo en un rumor, pero era un rumor con fundamento, pues es verdad que en varios pueblos del Levante español se cometieron ese tipo de tropelías.

La guerra, como decían una y otra vez nuestros contertulios, "fue un desastre". El dinero valía o no valía según donde hubiera sido acuñado, con lo que esto representaba para los negocios. Médicos como Fabián Escribano estaban en el frente y la población más desasistida de lo habitual. La escuela funcionó hasta 1939, pero en abril se cortó hasta septiembre, cuando de repente el maestro de siempre ya no podía seguir siéndolo...



Entonces llegaron los años de plomo. Al desastre de la guerra le siguió el no menos desastre de la posguerra. Muchos de los beniajanenses que fueron al frente no volvieron y otros fueron represaliados tras la guerra por sus ideas y obligados a dejar el pueblo. Algunos no volverían nunca porque murieron (en el frente o fusilados). Otros (la mayoría) tardaron en volver porque fueron encarcelados en cárceles improvisadas, como la Plaza de Toros de Albacete, donde estuvo Luis más de tres meses, o llevados a Campos de Concentración, como José Cortés, que estuvo en el de Albatera. A otros les obligaban a ir de nuevo al Servicio Militar 3 años más para "reeducarse". Las mujeres, preparaban ropas y víveres para los presos, buscaban avales para liberar a los suyos, tiraban de las familias y lloraban a los muertos o desaparecidos.

Y luchaban contra el hambre. Mucho hambre y mucha miseria. Era lo que había. Paco "el Polito" recuerda cómo le impactaron las diferencias que vio entre su Beniaján natal, donde había visto cómo la Guardia Civil, abusando de su poder "confiscaba" grano a la puerta del molino, aunque dejara sin comida a una familia y después, a los 16 años, en su destino en Teruel como "factor" de estación, que allí no había ni cartilla de racionamiento. Aquí había hambre y miseria. En la España "nacional", no.

Toda esa desigualdad, toda esa injusticia, todo aquel terror forma parte de la memoria colectiva de Beniaján y todavía hoy, 74 años después del fin de la guerra, bajamos la voz para hablar de ella, miramos a nuestro alrededor por si nos escuchan y nos da miedo tocar el tema por lo que pudiera pasar...

Aquéllo queda ya lejos pero es un capítulo de la historia que se ha intentado pasar por alto y eso no puede ser. Su lección está muy presente: "que fue un desastre, algo que no debería ocurrir nunca más". Pero para que algo no vuelva a ocurrir, hay que conocerlo y conocer sus causas y efectos y no enterrarlo en el olvido, de donde podría brotar de nuevo.

Gracias a estos 7 hombres y a todos los hombres y mujeres del Taller de Beniaján por ayudarnos a luchar contra el olvido.


miércoles, 30 de enero de 2013

La falsa moneda


Una de las fuentes documentales más interesantes para el estudio de nuestra historia son las hemerotecas. En ellas encontramos noticias y publicaciones que nos relatan acontecimientos señalados que sucedieron en nuestro entorno, aunque muchas veces lo hagan de forma sesgada y subjetiva, incluso propagandística y casi siempre sometida al criterio del poder de la política de turno. Resulta curioso en cualquier caso navegar por esos periódicos amarillentos, leyendo sus páginas con la perspectiva que nos da el conocimiento de su contexto histórico. Situarnos en el momento en que fueron escritos, nos ayuda además a comprender mejor no sólo la información que se cuenta, sino la forma de hacerlo. Y es que entonces, como por desgracia también detectamos ahora en algunas ocasiones, la independencia editorial de los medios de comunicación era sólo una presunción que a la hora de publicar casi nunca se ponía de manifiesto.

Consultar la hemeroteca nos desvela, por otra parte, que también fueron noticia hace décadas  sucesos que lo siguen siendo actualmente. Y es eso lo que hoy traemos al blog, como curiosidad: una noticia publicada hace justo un siglo, el 30 de enero de 1913, pero que seguro nos recuerda el penoso acontecimiento que recientemente llevó el nombre de Beniaján a las primeras portadas de todos los periódicos. La encontramos en la página 11 del diario ‘La Vanguardia’, de tirada nacional:



“En el próximo pueblo de Beniaján, la benemérita detuvo a Francisco Gálvez y otro individuo, los cuáles se dedicaban a la expedición de moneda falsa. Sobre el particular se guarda gran reserva, creyéndose que están dichos individuos complicados en asuntos más importantes, pues se sabe que existe en Murcia la fabricación a gran escala”.
(La Vanguardia, 30 de enero de 1913)

Este curioso delito no sería la primera vez ni la última que se cometiera en nuestro pueblo, pues en el año 1899 ya había sido apresado un vecino de Beniaján con 69 billetes falsos de 50 pesetas (“con el busto de Mendizábal”, detallaba la noticia aparecida en ‘El Diario de Murcia’); y en 1927, sería detenido otro beniajanense como miembro de una red de falsificadores de billetes de 500 pesetas, en cuya trama “mucha gente conocida está complicada”, aseveraba el diario ‘La Libertad’. La saga de supuestos falsificadores culmina a lo grande a finales de 2011, con la historia que ya todos conocemos.


viernes, 11 de enero de 2013

De Beniaján a Europa

El Taller de Recopilación de Historia de Beniaján colabora con el IES de la localidad que participa en un programa COMENIUS con un centro de enseñanza secundaria de Alemania.


El tema sobre el que van a trabajar los alumnos va a ser nazismo, por parte de los alemanes y franquismo, por parte de los beniajaneros.

Las profesoras del IES han contactado con el Taller como un lugar donde poder obtener información. Ya hemos mantenido dos reuniones con ellas y desde el Taller estamos encantados de colaborar en esta iniciativa, pues nos parece imprescindible e importantísimo que los chavales conozcan el pasado cercano para que no lo olviden, para que no se cometan los mismos errores y para que valoren lo que tienen actualmente. Desde el Taller les ofrecemos la información recopilada, prestamos fotos y facilitamos el acercamiento a posibles informantes. Pensamos, además, que esto beneficia al Taller y aumenta su difusión y su presencia pública.

Si hacemos este trabajo es para preservar la memoria de una generación de la que ya hemos hablado en otras ocasiones como "generación bisagra", la que conoció un mundo intemporal y lo vio cambiar hasta casi desaparecer. Si todo lo que estamos haciendo puede llegar a los más jóvenes, además del resto del pueblo, habremos conseguido nuestros objetivos con creces.

Desde aquí, nuestro apoyo y ánimo al equipo docente del IES de Beniaján que ha tenido la inquietud de implicarse en este proyecto.

martes, 4 de diciembre de 2012

Una mujer imprescindible

La historia de los pueblos y las ciudades no la forjan solo grandes acontecimientos, ni tampoco la protagonizan únicamente gloriosas y trascendentes celebridades. La historia se escribe también en letras pequeñas y hay vidas ‘anónimas’ para el mundo que, contempladas desde un contexto local y humano, son capaces de sintetizar los avatares de un siglo entero. Son los auténticos personajes que nos sirven de referencia cuando intentamos comprender y transmitir, desde la proximidad geográfica y sentimental, todo aquello que movía a la gente a afrontar la crudeza de su tiempo de una determinada manera y no de otra. Y, si bien es cierto que sus semblanzas nunca aparecerán en las grandes crónicas, sin duda constituyen para nosotros piezas esenciales de nuestra micro-historia que explican cómo y por qué hemos llegado a la realidad presente y cercana que compartimos como sociedad.

Ahora que desde el Taller nos vamos deteniendo en cada uno de esos hombres y mujeres que, con un papel que podría parecer incluso secundario en algún caso, han contribuido tan sustancialmente a la construcción del Beniaján que hemos heredado, surgen nombres concretos que verdaderamente trascenderán para siempre a su tiempo y se convierten hoy en individuos imprescindibles e incluso providenciales cuando se trata de escribir la historia de nuestro pueblo.

Uno de ellos tiene nombre de mujer. Vino a nacer en 1896 en la Calle Mayor de Beniaján, en la misma casa en la que moriría 93 años después. Se desgrana por tanto su longeva biografía a lo largo de casi todo el siglo XX, resumiendo en ella las glorias y las miserias, las mieles y los sinsabores, el esfuerzo y las renuncias de unas décadas tan intensas como convulsas. Así, el destino quiso dividir su vida en dos etapas: una de juventud y adolescencia, marcada por la prematura viudez, la sombra de la permanente enfermedad y la dureza de una guerra que le arrebató lo único que le quedaba: su hijo. Y la otra, que no se entendería sino como de crecimiento y madurez hacia una obligada autosuficiencia, cimentada en el dolor de la anterior pero edificada con el bálsamo reparador y permanente de la fe. Si a tan azarosa trayectoria (por otro lado quizá bastante común a muchas mujeres de la primera mitad del siglo pasado), se le suma la creatividad, la inteligencia y las habilidades naturales que aquella mujer supo desarrollar, descubrimos a ese personaje valiente y tenaz, único e irrepetible, que fue Aurora Mínguez Tomás.


En aquel mundo de hombres, Aurora fue capaz de elevar un modo de vida basado en las labores y quehaceres puramente femeninos, desarrollado siempre de puertas para dentro en la callada soledad de una casa, hasta el punto de otorgarle el prestigio y el reconocimiento social que, quizá, ninguna mujer de su entorno con oficio 'sus labores' pudiera haber obtenido antes para sí. Su prodigiosa destreza con la aguja, que le llevaría a suministrar bordados, trajes y ajuares a los mejores comercios y familias tanto de Beniaján como de la capital, le procuraría independencia y solvencia económica, además de sobrada fama dentro del gremio de costureras y, a la postre, no pocos contactos con la alta sociedad del momento. Bien podemos decir sin titubeos que Aurora vistió incluso a ‘la realeza’, pues cierto es que de su bastidor salieron durante muchos años los refajos que habrían de llevar las muchachas coronadas como Reina de la Huerta de Murcia, o los pomposos vestidos blancos lucidos por las majas y damas que presidían nuestras fiestas patronales y batallas de flores.

Idéntico virtuosismo plasmaría en los paños que cosía para la parroquia de San Juan Bautista: la misma iglesia a cuya sombra había nacido y crecido, la misma que luego vería arder en la Guerra Civil, y la misma a la que acabaría dedicando la mitad de su existencia, primero como piadosa feligresa, y segundo como amante incondicional de todos aquellos ritos y manifestaciones cristianas con que la tradición llenaba el calendario festivo de su pueblo. Junto con el presbítero Pérez-Muelas y el también recordado Pepe Ortiz, fue la cara femenina de una tríada genial de mecenas-artistas-entusiastas que logró incentivar en la década de los 50 desde la recuperación del patrimonio escultórico del templo hasta la instalación del Belén monumental en Navidad; pero sobre todo, a ellos debemos la configuración de los magníficos desfiles de Semana Santa que han llegado a nuestros días. Ella sabía como nadie involucrar a la gente y llamar a las puertas adecuadas, persuadiendo desde el encanto personal de quien tiene el convencimiento de que las cosas acabarán saliendo bien. Y ese carácter resolutivo que la acompañaba en la consecución de cualquier proyecto que se propusiera, si era además para bien sus vecinos, ya resultaba casi implacable. No en vano recibiría la placa al mérito del trabajo en 1981, de manos del alcalde de Beniaján, premiando su labor infatigable como mujer y como beniajanense.

En el nº 46 de la Calle Mayor, anualmente siguen rindiendo callado y sentido homenaje a la memoria de Aurora Mínguez cada uno de los pasos que desfilan en nuestra Semana Santa, parando un instante ante la que fue su puerta, al igual que el trono de la Virgen del Carmen durante la procesión de la patrona. Sus sobrinas, que mantienen la costumbre de montar un altar con ocasión del Corpus Christi en el mismo lugar que durante tantos años lo hiciera su tía, son también las que gentilmente nos están facilitando ahora toda la información y el sinfín de detalles que estamos recopilando sobre la inolvidable Aurora. Su nombre ya está escrito con letras mayúsculas en la memoria de quienes la conocieron, pero habrá de quedar por derecho y para siempre en la de las generaciones venideras. El Taller de Historia de Beniaján está en ello.

miércoles, 25 de abril de 2012

Una tarde con Loli Gil


Quien necesita buscar información sobre un determinado tema, histórico en nuestro caso, inmediatamente acude a los archivos, a las hemerotecas, o consulta libros y artículos publicados. Trabaja casi siempre a partir de un material preexistente y, por lo general, ya muy filtrado y expuesto no sin cierta subjetividad por parte de autores o investigadores que abordaron anteriormente el tema que nos interesa. También existe la posibilidad de realizar entrevistas a personas entendidas en la materia que investigamos… y si se trata de conseguir datos biográficos de alguien en concreto, más o menos reciente, incluso obtener información particular de quienes han podido conocer al personaje o compartir con él alguna experiencia.

Pero son muy pocas las veces que se tiene la suerte de poder acceder directamente al biografiado, unas veces porque ya no está vivo, y otras porque es del todo inaccesible para quien investiga. Pues bien, nuestro Taller, como parte del trabajo de recopilación de datos de la historia de Beniaján y de sus personajes, ha conseguido esta vez entrevistar a una de esas personas; de hecho, a la que podríamos calificar como la artista más importante que ha dado hasta la fecha nuestro pueblo y una de las más señaladas de toda la Región: la cantante de ópera Loli Gil Vera.

Con 87 lúcidos y maravillosos años, Loli reside actualmente en Murcia capital junto a su familia. Y hace unas semanas nos abrió generosa las puertas de su casa y de su memoria, desgranando para nosotros infinidad de datos tanto de su trayectoria profesional como de su vida personal. No faltaron los pasajes sobre su infancia en Beniaján, el pueblo que la vio nacer, crecer y marchar para poder realizar su sueño en Madrid, y que tanto la aclamaría luego cada vez que volvía para cantar en su tierra, ya consagrada. Viajamos por el mundo y recorrimos de su mano una vida plagada de éxitos y también de renuncias, contemplándola a través de los ojos de la protagonista. Su hija, Andrea Montalvo Gil, nos acompañó durante la entrevista y nos mostró fotografías, recortes de prensa y programas atesorados durante años, documentando físicamente todo cuanto nos relataba Loli de sus años de gloria sobre los escenarios. Ciertamente, quienes tuvimos el privilegio de estar en aquel salón esa tarde, percibimos desde el principio que estábamos ante una mujer que nunca ha dejado de ser artista… ni mujer.

Toda la información obtenida, debidamente registrada, ha pasado a engrosar nuestro archivo y el objetivo ahora es darle la forma adecuada para poder difundirla y resaltar el papel de Loli Gil como personaje de Beniaján que trasciende incluso el ámbito local y regional. Ese será nuestro homenaje y regalo para ella, pues de momento sólo hemos agradecido tanta paciencia y amabilidad con nosotros con el pequeño ramo de flores que le entregamos el día de la entrevista. Flores para la artista que fue y sigue siendo Loli Gil, nuestra querida “voz de oro”.


Entrevistando a Loli Gil

lunes, 6 de febrero de 2012

Hablemos de arquitectura

Muchas veces hemos escuchado o dicho que Beniaján no cuenta con un patrimonio histórico-artístico de interés, que no tiene apenas edificios relevantes… y es cierto. Pero carecer de monumentos no implica necesariamente la inexistencia de valores arquitectónicos en un lugar. Al menos nosotros, no vamos a dar por hecho que así ocurra en nuestro pueblo. Sobre todo si tenemos en cuenta que la Arquitectura que se estudia, se documenta y se protege no sólo se ciñe a la de grandes palacios e iglesias. La ARQUITECTURA RESIDENCIAL, es decir, la que abarca a todo edificio con uso de vivienda, también puede ser patrimonial si sus características nos remiten a un estilo, o a una tipología concreta de vivienda que pueda tener cierto interés, aunque sea a nivel local. Y es que las casas, con su lenguaje, también nos pueden contar grandes cosas sobre la historia de nuestros pueblos y ciudades.

 

Como actividad del Taller, el pasado 1 de febrero recorrimos en grupo el casco antiguo de Beniaján, identificando en sus calles distintos ejemplos de vivienda tradicional, la mayoría datados entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. Se trataba de buscar en ellos elementos constructivos o formales que nos hablaran de la historia de Beniaján desde un punto de vista arquitectónico.

Algunas de las casas analizadas se encuentran actualmente en estado de abandono, pero gran parte siguen habitadas y mantienen su uso como vivienda (aunque mostrando a veces importantes alteraciones en su volumetría o en las terminaciones, que han acabado por distorsionar la intuida imagen original del inmueble). También observamos casos muy puntuales en los que el edificio se ha ido rehabilitando acertadamente, conservando toda la esencia del estilo y la época en que fueron construidos.

Lo primero que llamó nuestra atención fue la similitud de todos los inmuebles en cuanto al SISTEMA ESTRUCTURAL utilizado en su construción: muros de carga paralelos a la calle, teniendo siempre tejados inclinados como cubierta. Referente a la PARCELACIÓN de cada manzana, comprobamos que las casas se adosan unas a otras recayendo siempre a dos calles, contando por tanto con una fachada principal y otra trasera. También detectamos que el abanico de MATERIALES empleados, en general, es bastante elemental: piedra, ladrillo macizo, madera, cañizo, teja, yeso y mortero de cal. En efecto, todos los edificios se han construido con materias primas de obtención cercana e inmediata.


Materiales de aquí 

La Huerta de Murcia es un territorio geológicamente sedimentario, en el que la única piedra que ofrecen sus cerros y montañas es de tipo conglomerado; es decir, formada por la compactación de detritos rocosos muy heterogéneos. Por el contrario, el terreno es rico en arcillas, yesos, arena… Esta realidad permanente ha condicionado desde siempre la tradición constructiva desarrollada por los habitantes de la zona. Así, la piedra de que se disponía en las inmediaciones de Beniaján se limitaba a los cantos arrastrados por el río o por la rambla del Garruchal, y únicamente posibilitaba la ejecución de gruesos muros de piedra aparejados muy irregularmente. El barro mezclado con paja, permitió levantar robustos tapiales y ligeras paredes de adobe (atobas). La cocción de la arcilla dando forma a ladrillos y tejas ampliaría la lista de materiales constructivos básicos en la edificación doméstica, existiendo precisamente varias fábricas (llamadas “tejeras”) en nuestro pueblo. Los troncos de madera de pino (colañas), apoyados en los muros de carga, se utilizaban para sustentar pisos intermedios y cubiertas. Sobre ellos se disponían tramados de cañas trenzadas con soga de esparto (cañizo) que conformaban el plano horizontal de la planta superior, o el inclinado de la techumbre, o falsos techos (cielo raso). Por último, las numerosas canteras de yeso (aljez) existentes en nuestra sierra, o la facilidad para obtener cal a partir de las calizas de la zona, proporcionaban el material de agarre, revestimiento y acabado necesario.

Como materiales complementarios, encontramos puntuales piezas de cerámica decorativa en fachadas, hierro en balcones y rejas, y también la baldosa hidráulica como pavimento en los interiores.


Un estilo uniforme 

Durante el recorrido por el casco antiguo, encontramos gran número de viviendas ejecutadas con muros de
mampostería y su correspondiente revestimiento de mortero coloreado. Pero pronto comprobamos que en nuestro pueblo resulta más significativo otro sistema de construcción, que vendría a revolucionar la arquitectura residencial particularmente en Beniaján durante el primer tercio del siglo XX: la realizada con muros de ladrillo visto macizo y teja plana en la cubierta. Su masiva implantación está claramente relacionada con la gran pujanza económica que vivía el pueblo en aquel momento (plena efervescencia de la exportación cítrica), dibujando hoy en nuestro callejero un estilo fácilmente identificable en el patrimonio arquitectónico local.

La proliferación de inmuebles construidos con ladrillo en esos años, aunque de forma discreta en cuanto al alarde constructivo o el diseño, aportaba mayor solidez estructural a las construcciones que la mampostería (por ofrecer un mejor trabado de los muros), y a la vez conseguía agilizar su ejecución. Se trazaron calles y a lo largo de ellas se levantaron hileras completas de casas de nueva planta que ya seguían una misma tipología, e incluso idéntica distribución interior. Desde el punto de vista estético, estas ‘modernas’ construcciones daban homogeneidad y limpieza visual a nuestras calles: se produjo una paulatina regularización de los frentes de fachada, alturas de cornisa y materiales, observándose incluso ligeras licencias en motivos decorativos (aunque fuera simplemente jugando con el aparejo de las piezas). De hecho, aunque a nivel muy básico, la arquitectura del ladrillo macizo que llegó a Beniaján con el siglo XX entronca con el modernismo cartagenero tan en auge en esa época o con el estilo neo-mudéjar de décadas anteriores.


Conservación y protección 

¿Es necesario conservar y proteger este patrimonio arquitectónico? ¿Le damos el valor que realmente tiene? ¿Es importante para Beniaján mantenerlo? Son muchas las consideraciones que uno puede hacer sobre este tipo de construcciones, y desde el Taller queremos animaros como vecinos a reflexionar sobre ello. El matiz diferenciador que existe entre los conceptos "viejo" y "antiguo", en este caso, puede resultar de gran ayuda a la hora de hacer nuestro particular análisis.

Normalmente calificamos como 'vieja' una casa cuando sabemos que sido construida hace muchos años, y lo hacemos de forma casi peyorativa, pues enfatizamos al hacerlo cierta falta de prestancia, solidez o habitabilidad en ella, que muchas veces sólo nos lleva a pensar en la necesidad de desocuparla y directamente demolerla para hacer sobre ella otra de nueva planta. Pero, ¿expresamos lo mismo cuando decimos que una casa es 'antigua'? En la mayoría de los casos, no... pues al hacerlo estamos dando un paso más allá y, a veces sin pretenderlo, convertimos la evidente vejez que pueda tener esa vivienda en un valor añadido, o incluso en su principal virtud a la hora de describirla. Y es que una casa antigua nos transmite información del pasado: evoca una época, una manera de construir, una forma de vivir, incluso la forma de ser de quienes la habitaron. Y, nos guste más o menos lo que percibimos, ya la miramos desde un punto de vista más testimonial o referencial que práctico. En definitiva, empezamos a valorar la arquitectura no sólo por lo que nos sirve, sino por lo que nos cuenta.

En Beniaján hay sin duda muchas casas viejas, pero a poco que nos detengamos a mirarlas con tranquilidad y perspectiva, seguro que distinguimos algunas que nos llaman especialmente la atención. Y al contemplarlas, lo haremos casi como si tuviésemos delante una fotografía antigua, en blanco y negro, de esas que a pesar de los achaques del tiempo y de estar incluso estropeadas, retratan con nitidez una historia que sentimos de alguna manera cercana. Muchas veces, sólo nos queda del pasado el recuerdo transmitido por esas fotos que guardamos como tesoros; y nos gusta mirarlas a menudo buscando en los rasgos físicos de nuestros mayores, en ellas inmortalizados, alguno que todavía se encuentre en nosotros mismos... ¿Por qué no conservar entonces las casas antiguas, como transmisoras de muchos pasajes de la historia local? ¿Por qué no mantenerlas como referencia, a la hora de revitalizar urbanísticamente el casco antiguo? ¿Por qué no potenciar sus valores o 'rasgos' arquitectónicos y adoptarlos en las nuevas construcciones, integrando progreso y tradición? ¿Acaso nos gusta la imagen que están adquiriendo las calles del Beniaján castizo, cada vez más desnaturalizada e individualista, con las nuevas tipologías y variopintas soluciones de fachada que se han ido construyendo en los últimos años?

Villa Azahar: arquitectura perdida


lunes, 12 de diciembre de 2011

El teatro de Edmundo

Corría el año 1979 y hacía sólo unos meses que había llegado a Beniaján aquel argentino exiliado, un hombre de teatro cargado con una maleta llena de ilusiones y proyectos. Desde el primer día, Edmundo Chacour se propuso plantar en el corazón de los niños de nuestro pueblo la semilla escénica… y en el Colegio de la Fuensanta encontró el apoyo de profesores y padres, además de la actitud receptiva de decenas de alumnos. Su primer taller pedagógico-teatral culminaría a finales de ese mismo año con la representación de la adaptación de Neruda del clásico “Romeo y Julieta”: una vieja nave convertida en coliseo, todo un pueblo involucrado y niños-actores poniendo sobre el escenario lo aprendido en aquellos meses “jugando al teatro”. El 10 de diciembre se levantaba el telón y nacía lo que habría de llamarse en sus inicios “TEATRO DE LA INFANCIA Y LA JUVENTUD”.

Desde aquel momento y hasta su prematuro fallecimiento en el año 2000, el impagable trabajo de Edmundo con generaciones de niños y jóvenes de Beniaján, convertirían a este pueblo y a su grupo de teatro en referentes de la actividad escénica regional. Han sido incontables los montajes, representaciones, talleres e iniciativas llevadas a cabo por esta auténtica escuela de actores, siempre con el objetivo de acercar el mundo del arte y del teatro a todo el colectivo social, descubriendo inquietudes y destacando aptitudes escénicas en pequeños y mayores. Nadie duda de la trascendencia que ha tenido y tiene para Beniaján la existencia de tan excepcional y valiosa "fábrica de talentos", que además ha venido a paliar parte de esa carencia de foros culturales-artísticos de que adolecen  habitualmente las localidades pequeñas.

Hoy, el espíritu y los métodos del maestro siguen vivos en la compañía que ya lleva su nombre (TEATRO EDMUNDO CHACOUR) y cada 10 de diciembre sigue celebrando el aniversario de su primera representación.

Ya son 32 años de teatro de Edmundo en Beniaján... ¡FELICIDADES!



Edmundo Chacour da nombre a una calle en Beniaján. Se encuentra en el barrio de La Tana y va desde la C/ Instituto a la C/ Gloria Fuertes. En sus inmediaciones se encuentran además varios lugares muy vinculados con la cultura y la educación en nuestro pueblo: la Escuela Popular y Biblioteca, el Auditorio y Centro de Artes Escénicas, la Escuela Infantil, el Jardín y las instalaciones de la Peña El Azahar...

Desde 2002 y también como homenaje a la labor realizada por este actor, director y pedagogo, en Beniaján se celebra cada otoño la conocida MUESTRA DE TEATRO EDMUNDO CHACOUR. Este año ha llegado a su X edición.

Mural callejero sobre la Muestra "Edmundo Chacour", en Beniaján

lunes, 21 de noviembre de 2011

La historia de una anciana y su telar: retrato de una época


Reproducimos a continuación un artículo encontrado en una antigua revista de tirada nacional ("ESTAMPA"), cuya protagonista es una anciana de Beniaján llamada Carmen Barceló: en él se aborda la vida, el contexto social y los recuerdos de una de la últimas tejedoras que quedaban por entonces en la Huerta de Murcia. Conviene señalar aquí que son constantes las referencias que tenemos sobre la existencia de numerosos telares en Beniaján, como muestra de una actividad textil artesanal muy arraigada en el pueblo desde antiguo y siempre vinculada a la tradición serícola, constituyendo una de sus principales actividades económicas hasta el periodo pre-industrial de finales del siglo XIX. La lectura del artículo se convierte hoy para nosotros en un doble viaje al pasado, pues la publicación es del año 1931... y ya entonces se contempla este trabajo como un oficio trasnochado y casi extinguido. Las fotografías pertenecen al mismo reportaje.



LA VIEJECITA QUE LLEVA 77 AÑOS TEJIENDO EN UN TELAR DE PEDALES 

Nos seduce la fisonomía de esta viejecita humilde que, como las de los Nacimientos, vive en una casita rústica con ventanas de tosca madera y balcón apenas saledizo.

Carmen Barceló, que así se llama, tiene, por más semejanza con las de los Nacimientos, esa brillante pátina que presta el barniz al barro, y la limpieza meticulosa a las personas. Ya, al entrar en su hogar, se nos anticipa este rasgo de su carácter; limpieza en las blancas paredes enjalbegadas de cal, en las desnudas vigas, en los suelos de tierra apisonados y barridos hasta hacerlos joyantes, en las panzudas tinajas, en el viejo arcón familiar... Nos parecerá entrar en la casa de una moza, ¡tal alegría y limpia juventud se respira en todo!, si no estuviera allí, arrebujada y sola, entre montones de tiras de tela, junto al viejo telar, Carmen Barceló, tejiendo mantas retaleras.

La virtud del trabajo 

Se levanta al vernos llegar inopinadamente, y nos dice, mientras salta tras el telar con agilidad juvenil, que tiene noventa años cumplidos. ¡Noventa años, Señor, y sin conocer más mundo que este reducido ámbito pueblerino y el camino real que conduce al mercado extramuro de Murcia! Noventa años vividos en esta calleja angosta que termina en un verdor intenso y bronco de naranjales. Aquí se casó, aquí nacieron sus seis hijos, aquí murieros tres de ellos y su marido, y de aquí marcharon los demás a vivir su vida, y aquí quedó ella con su telar y sus mantas...

"Porque quiere, sabe usted -nos dice su hija, que nos acompaña en la visita-. Gracias a Dios no le hace falta trabajar para vivir bien, pero no hay quien la obligue a estarse quieta. Y aquí la tiene usted, todo el día en su telar. Algunas noches vengo yo creyendo que duerme y la encuentro tejiendo a la luz del candil." 

La abuela protesta... Trabaja porque si no lo hiciera se moriría. Toda su vida trabajando... Y que la vida es para eso, Señor. De niña -sigue contándonos con voz clara, segura y llena de un fino donaire- trabajaba en un telar de cintas y su madre iba al mercado a hacer la venta. A los trece años le dieron uno como el que hoy tiene, y encima de él sus manos han ido tejiendo el poema de laboriosidad y abnegación de toda su vida.


Aquellos tiempos eran peores que éstos

- ¿A qué edad casó usted?
- A los veinte años.
- ¡Qué joven! -exclama alguien.
- Ya sabía contar los dineros -responde rápida la abuela con picardía.

Y nos habla de cosas de su vida. De su viudedad a los 36 años con el problema de los hijos irresoluto. De las revueltas políticas, que estremecieron al público, cuando el Gobierno envió a Beniaján muchos cientos de fusiles. La figura inquieta y exaltada de Antonete Gálvez pasa por la conversación. Figura llena de simpatía... "para quien pensara como él". La abuela tiene en la cabecera del lecho colgada una estampa de la Virgen del Carmen y en el testero de la derecha un cromo de la juventud de Alfonso XIII.

- Sin embargo -la interrumpimos-, aquellos tiempos eran mejores que éstos.
- No lo crea usted. Entonces este pueblo era un caserío. Había que ir a Murcia por tó. Pero ahora es otra cosa, ahora hay ¡hasta cine!
- ¿A usted le gusta el cine?
- No lo conozco. Cuando era joven porque no me dejaban ir, y ahora porque no quiero yo. Antes estaba de otra manera; se representaban comedias buenas, como la Pasión de Nuestro Señor; pero ahora no hacen más que galopinerías que luego aprenden los zagales. Todos en el pueblo saben los nombres de esas tunantas que se presentan en cueros...

Dos mantas para Madrid
 

"Ni ha ido al cine -añade la hija- ni se ha retratado nunca." Son, pues, estos retratos que reproducimos los únicos que tiene esta viejecita, que posa admirablemente, con singular serenidad y hasta con cierta coquetería, interrumpiendo de cuando en cuando las poses para dar escape a su asombro: 

- ¡Y salir yo a mis años en los papeles retratá!
- A ver si con ellos tiene usted más pedidos.
- Ya tengo, ya -exclama con visible orgullo-. Para Madrid estoy terminando dos mantas.
- ¿Tarda usted mucho en hacer una?
- Se pueden hacer hasta dos a la semana.
- ¿Producen mucho?
- Poco. Se vende cada una a 30 y 40 reales. 

Este telar es el único, o uno de los raros ejemplares que hoy quedan en la huerta donde, en tiempos no lejanos, produjeron una interesante industria. La abuela tejió en él, primero paños y cobertores finos que los jueves llevaba su marido a los mercados de Murcia; después, cuando halló la competencia de las grandes fábricas, redujo su actividad sólo a estas mantas retaleras que se usan ya poco en estos tiempos.
Y al pie del telar horas y horas, esta viejecita es feliz. Piensa en su vida llena de abnegaciones, en los hijos criados con la ayuda de su trabajo... Y su soledad es un símbolo y una acusación cuando, de noche, a esa hora en que las gentes llenan los teatros, los cabarets y las tabernas, o se debaten en sueños de lucha y competencia, ella, a la débil luz de un candil, silenciosa y con el alma en paz, teje sus mantas...

Texto: Raimundo de los Reyes. Fotos: Mateos
Artículo publicado en el nº 161 de la Revista "Estampa"
(7 de febrero de 1931)