Este es el blog del taller de Recopilación de la Historia de Beniaján, una experiencia desarrollada entre los años 2010 y 2015 en la Escuela Popular de Beniaján. Participó en ella un nutrido grupo de personas del pueblo que, día a día, dieron constancia de su tiempo y de su memoria para que su voz no se pierda. En 2016 publicaron el libro "Beniaján y sus gentes. Un paseo por la memoria", recogiendo parte de su investigación. Este trabajo ha tenido continuidad y se ha consolidado en el Centro Cultural de Beniaján a través de "Conoce tu localidad", taller que sigue activo hasta hoy, recopilando aspectos sobre el patrimonio y la historia de Beniaján.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Merendona 2012


El taller de Recopilación de la Historia de Beniaján no sólo investiga y documenta historias vividas, pasadas o presentes, sino que además, las lleva a la práctica.

Muchas historias de las narradas en el taller tienen que ver con aquéllas tardes en las que los beniajaneros y beniajaneras subían hasta la casa de Don Adrián a compartir las sobras de la Nochebuena.

Estos momentos de encuentro y convivencia crean comunidad y son importantísimos para la vida de los pueblos. No renunciemos a ellos. Aprovechemos, además, que este año el día 29 de diciembre cae en sábado y salgamos al monte con la capaza.

SÁBADO 29 DE DICIEMBRE DE 2012.
15:00.
NOS ENCONTRAMOS EN EL SAN ANTÓN DEL BOJAR.

¡No puedes faltar!

martes, 4 de diciembre de 2012

Una mujer imprescindible

La historia de los pueblos y las ciudades no la forjan solo grandes acontecimientos, ni tampoco la protagonizan únicamente gloriosas y trascendentes celebridades. La historia se escribe también en letras pequeñas y hay vidas ‘anónimas’ para el mundo que, contempladas desde un contexto local y humano, son capaces de sintetizar los avatares de un siglo entero. Son los auténticos personajes que nos sirven de referencia cuando intentamos comprender y transmitir, desde la proximidad geográfica y sentimental, todo aquello que movía a la gente a afrontar la crudeza de su tiempo de una determinada manera y no de otra. Y, si bien es cierto que sus semblanzas nunca aparecerán en las grandes crónicas, sin duda constituyen para nosotros piezas esenciales de nuestra micro-historia que explican cómo y por qué hemos llegado a la realidad presente y cercana que compartimos como sociedad.

Ahora que desde el Taller nos vamos deteniendo en cada uno de esos hombres y mujeres que, con un papel que podría parecer incluso secundario en algún caso, han contribuido tan sustancialmente a la construcción del Beniaján que hemos heredado, surgen nombres concretos que verdaderamente trascenderán para siempre a su tiempo y se convierten hoy en individuos imprescindibles e incluso providenciales cuando se trata de escribir la historia de nuestro pueblo.

Uno de ellos tiene nombre de mujer. Vino a nacer en 1896 en la Calle Mayor de Beniaján, en la misma casa en la que moriría 93 años después. Se desgrana por tanto su longeva biografía a lo largo de casi todo el siglo XX, resumiendo en ella las glorias y las miserias, las mieles y los sinsabores, el esfuerzo y las renuncias de unas décadas tan intensas como convulsas. Así, el destino quiso dividir su vida en dos etapas: una de juventud y adolescencia, marcada por la prematura viudez, la sombra de la permanente enfermedad y la dureza de una guerra que le arrebató lo único que le quedaba: su hijo. Y la otra, que no se entendería sino como de crecimiento y madurez hacia una obligada autosuficiencia, cimentada en el dolor de la anterior pero edificada con el bálsamo reparador y permanente de la fe. Si a tan azarosa trayectoria (por otro lado quizá bastante común a muchas mujeres de la primera mitad del siglo pasado), se le suma la creatividad, la inteligencia y las habilidades naturales que aquella mujer supo desarrollar, descubrimos a ese personaje valiente y tenaz, único e irrepetible, que fue Aurora Mínguez Tomás.


En aquel mundo de hombres, Aurora fue capaz de elevar un modo de vida basado en las labores y quehaceres puramente femeninos, desarrollado siempre de puertas para dentro en la callada soledad de una casa, hasta el punto de otorgarle el prestigio y el reconocimiento social que, quizá, ninguna mujer de su entorno con oficio 'sus labores' pudiera haber obtenido antes para sí. Su prodigiosa destreza con la aguja, que le llevaría a suministrar bordados, trajes y ajuares a los mejores comercios y familias tanto de Beniaján como de la capital, le procuraría independencia y solvencia económica, además de sobrada fama dentro del gremio de costureras y, a la postre, no pocos contactos con la alta sociedad del momento. Bien podemos decir sin titubeos que Aurora vistió incluso a ‘la realeza’, pues cierto es que de su bastidor salieron durante muchos años los refajos que habrían de llevar las muchachas coronadas como Reina de la Huerta de Murcia, o los pomposos vestidos blancos lucidos por las majas y damas que presidían nuestras fiestas patronales y batallas de flores.

Idéntico virtuosismo plasmaría en los paños que cosía para la parroquia de San Juan Bautista: la misma iglesia a cuya sombra había nacido y crecido, la misma que luego vería arder en la Guerra Civil, y la misma a la que acabaría dedicando la mitad de su existencia, primero como piadosa feligresa, y segundo como amante incondicional de todos aquellos ritos y manifestaciones cristianas con que la tradición llenaba el calendario festivo de su pueblo. Junto con el presbítero Pérez-Muelas y el también recordado Pepe Ortiz, fue la cara femenina de una tríada genial de mecenas-artistas-entusiastas que logró incentivar en la década de los 50 desde la recuperación del patrimonio escultórico del templo hasta la instalación del Belén monumental en Navidad; pero sobre todo, a ellos debemos la configuración de los magníficos desfiles de Semana Santa que han llegado a nuestros días. Ella sabía como nadie involucrar a la gente y llamar a las puertas adecuadas, persuadiendo desde el encanto personal de quien tiene el convencimiento de que las cosas acabarán saliendo bien. Y ese carácter resolutivo que la acompañaba en la consecución de cualquier proyecto que se propusiera, si era además para bien sus vecinos, ya resultaba casi implacable. No en vano recibiría la placa al mérito del trabajo en 1981, de manos del alcalde de Beniaján, premiando su labor infatigable como mujer y como beniajanense.

En el nº 46 de la Calle Mayor, anualmente siguen rindiendo callado y sentido homenaje a la memoria de Aurora Mínguez cada uno de los pasos que desfilan en nuestra Semana Santa, parando un instante ante la que fue su puerta, al igual que el trono de la Virgen del Carmen durante la procesión de la patrona. Sus sobrinas, que mantienen la costumbre de montar un altar con ocasión del Corpus Christi en el mismo lugar que durante tantos años lo hiciera su tía, son también las que gentilmente nos están facilitando ahora toda la información y el sinfín de detalles que estamos recopilando sobre la inolvidable Aurora. Su nombre ya está escrito con letras mayúsculas en la memoria de quienes la conocieron, pero habrá de quedar por derecho y para siempre en la de las generaciones venideras. El Taller de Historia de Beniaján está en ello.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Haciendo historia

Así se hace la historia: un grupo de gente siente una necesidad y se moviliza para cubrirla.

La necesidad en este caso es de espacio, de un espacio cultural en condiciones para poder seguir llevando a cabo las actividades que acogía la Escuela Popular de Beniaján y que ahora están casi todas en suspenso tras la fuga de agua que afectó al edificio durante el mes de agosto y que impide su uso no sabemos hasta cuándo.

El taller de historia de Beniaján sigue su curso gracias al interés del grupo y del coordinador de la Escuela Popular y a la respuesta positiva tanto del Ayuntamiento de Murcia, que entendió que había que evitar el parón, teniendo en cuenta las actividades que estamos realizando, entre las que se encuentra la preparación de una publicación, como de la Alcaldía de Beniaján, que cedió un espacio donde poder reunirnos. Fue en esta sala donde el día 31 de octubre decidimos hacer un escrito para solicitar al Ayuntamiento de Murcia la cesión de los locales de la que fue hasta el curso pasado la sección infantil del colegio de La Fuensanta, puesto que ahora están vacíos.


Nuestra intención es que ese espacio pueda ser compartido con el resto de talleres de la Escuela Popular y las asociaciones del pueblo, que son muchas y somos plenamente conscientes de que también necesitan un lugar para poder llevar a cabo sus actividades convenientemente.

Con ese objetivo hemos redactado un escrito que haremos llegar a todos los interesados, a través de asociaciones o bien a título individual para que puedan firmar y una vez recogidas las firmas lo llevaremos al Ayuntamiento para entregarlo personalmente a las autoridades con competencia en la materia. De todo ello iremos informando a través de este y otros medios.

Así que ya sabes. Si encuentras un escrito pidiendo tu firma para que la Escuela Popular pueda seguir funcionando, no lo dudes y firma. Porque beneficia a todo el pueblo y por tanto, a ti.

¡Haz historia!. No te quedes al margen.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Tiempo de difuntos

Los fantasmagóricas garras de Halloween arañan el calendario en estos días, haciendo brotar en los escaparates de las tiendas, en las cafeterías e incluso en las aulas de nuestros colegios, tétricos adornos y complementos con los que conmemorar la Noche de los Difuntos. En efecto, el vocablo Halloween deriva de la expresión ”All Hallows' Eve” (que traducido literalmente del inglés significa 'Víspera de Todos los Santos'), y hoy lo relacionamos de forma unívoca con esa fiesta americana carnavalesca que hemos importado y asimilado como complemento de nuestra secular tradición de rendir homenaje los días 1 y 2 de noviembre a los seres queridos que ya fallecieron.

Cementerio Viejo de Beniaján
El rápido arraigo en nuestra sociedad de esta manera de ‘vivir’ la fiesta, es un hecho que a muchos resulta incluso insultantemente grotesco; aunque no lo debiera ser tanto, a tenor de la abrumante globalización-americanización que ha venido marcando el devenir de nuestro mundo en el último siglo, en todos sus aspectos. Lo realmente curioso es que hayamos pasado por alto que el origen de esa celebración (como casi todo lo que nos llega de Norteamérica) entronca con la tradición europea, pues Halloween se ha ido forjando como una amalgama de las costumbres conmemorativas de los muertos que ya había ancestralmente enraizadas a este lado del Atlántico. Es decir, que la celebración ha hecho en realidad un viaje de ida y vuelta, retornando ahora al viejo continente travestida de calabaza.

Crisantemos para los que se fueron

De 'la hebrica del quijal' al 'truco o trato'

Nuestro acervo cultural atesora sus particulares y genuinas prácticas o ritos en honor de los difuntos, anteriores sin duda a la propia implantación en Estados Unidos del festejo que ahora adoptamos (la cuál, por cierto, parece que no se produjo hasta 1840). Las misas y los cantos de ánimas que precisamente en estas fechas interpretan los grupos de 'auroros' o 'animeros' de nuestra tierra, son clara muestra de ello. Pero es que, al indagar en la historia, nos encontramos también con otras manifestaciones autóctonas ya en desuso pero muy próximas y similares a las que precisamente Halloween nos aboca en esos tiempos.

Así, lo de ir pidiendo los niños golosinas de casa en casa, no debería ser visto por nosotros en su esencia como algo completamente nuevo e importado. A poco que preguntemos a nuestros mayores, nos relatarán con una sonrisa cómplice en los labios que hubo un tiempo en que los zagales de la huerta recorrían calles y caminos de Beniaján pidiendo de puerta en puerta lo que se conocía como “la hebrica del quijal”. La generosidad de los vecinos proporcionaba entonces a la chiquillería dulces propios de estas fechas (una rebanada de pan untada de arrope, alguna ‘jelepa’ de carne de membrillo), o frutos de los que ofrece la tierra cada otoño: una panocha para hacer tostones, trozos de corona de girasol cuajada de pipas, dátiles, higos secos, granadas…

Tampoco es nuevo lo de asustar y gastar bromas a la gente en lo tocante al mundo de los muertos, pues los adolescentes de nuestro pueblo ya hacían de las suyas la noche de difuntos mucho antes de que las sangrientas caretas de plástico invadieran los ‘todo a 100’. Tapar cerraduras con gachas o cera, tabicar ventanas y puertas, hacer desaparecer macetas de las casas aprovechando la oscuridad de la noche (para llevarlas generalmente a la casa de la moza pretendida), o salir provistos de velas al paso de algún asustadizo vecino, eran algunas de las endiabladas ocurrencias de los más jóvenes la víspera de Todos los Santos.

De momento no hemos hallado ninguna publicación que profundice en esta manera de celebrar la fiesta, con objeto de delimitar en qué ámbito geográfico se llegó a desarrollar (¿sólo se hacía en la zona de Beniaján, en toda la Huerta?), o conocer más sobre su origen y evolución, o el porqué de su declive, buscando además alguna explicación al casi completo desconocimiento de la misma que existe actualmente por parte de las nuevas generaciones. El testimonio oral de vecinos de nuestro pueblo, como única fuente de información disponible al respecto (hasta la fecha), nos desvela que pedir “la hebriquia” o las travesuras adolescentes en la noche del 31 de octubre fueron costumbre muy arraigada en Beniaján y su huerta, y que así se vinieron practicando incluso hasta los pasados años 50.

Otra faceta en desuso de la liturgia de estas fechas, es la que revestía con grandes paños negros los altares y retablos de nuestra iglesia parroquial. El templo se preparaba así para recibir a los feligreses que habrían de rezar por las almas del Purgatorio, los cuáles eran convocados con un incesante y fúnebre toque de campanas que se iniciaba apenas caía el sol tras los cipreses del camposanto la tarde del primero de noviembre. Y así continuaría durante todo el día siguiente, en conmemoración de los Fieles Difuntos.



La llama que permanece encendida

Hoy, las gachas, el membrillo, el arrope o las flores con las que adornar las tumbas, siguen volviendo a nuestras casas en vísperas de noviembre. Incluso en muchos hogares, todavía se prenden mariposas y velas que tiñen la noche de temblorosas sombras. Y es que, afortunadamente, hay una parte de la tradición (la gastronómica y la espiritual) que aún se mantiene con vida en ‘Tosantos’. Los cantos de ánimas que antes citábamos, recuperados por algunos grupos de nuestro entorno, son un ejemplo. Otro, la preceptiva visita a los cementerios, reuniéndose familias enteras alrededor de los floridos nichos y panteones.

En el Atrio, anualmente se congrega todavía un nutrido grupo de vendedores de flores que, desde el corazón del casco antiguo, también ambientan y dan continuidad con sus puestos a la costumbre; algunos de ellos, beniajanenses, nos contaban estos días que llevan ya un par de años impulsando la revitalización de este mercadillo, no ya sólo para la venta de flores, sino también de los productos típicos de la época. Así, a nuestra Plaza han vuelto las coronas de pipas, las panochas o el membrillo casero, resultando reconfortante encontrar este tipo de iniciativas que apuestan por la tradición.

En la otra cara de la moneda, Halloween. Es lo que ocurre cuando se deja sin contenido la faceta lúdica de una festividad: que el vacío se acaba llenando con otro tipo de manifestaciones. A su favor está además la televisión, la moda, la publicidad, y la dejadez de una sociedad que a menudo no sabe valorar suficientemente sus costumbres. De ese modo, se nos han ido apagando celebraciones genuinas (como 'la hebrica del quijal') para dejar paso a otras, siendo cada vez más parte de un mundo global homogeneizado y menos de un universo particular y pintoresco al que poco a poco dejamos morir en el olvido. Descanse en Paz.

GNV (2012) - Taller de Historia de Beniaján



Puestos en el Atrio con la llegada de 'Tosantos'

miércoles, 24 de octubre de 2012

Porque el presente sin pasado, no se entiende

Por eso volvemos otro curso (y ya van 3) al taller de recopilación de materiales sobre la historia de Beniaján.
Porque vivimos un presente difícil de entender (o al menos eso nos quieren hacer creer).
Pero estamos convencidos de que saber más sobre nuestro pasado, nos hará más críticos con el presente.


Aunque el camino sea largo.
Aunque parezca que estamos solos.
Aunque nubarrones de dudas se ciernan sobre nuestras cabezas.
Seguimos adelante y no nos paramos.

domingo, 20 de mayo de 2012

Los Mayos de Beniaján

Nuestro taller, en su afán por recopilar la historia local, se encuentra a menudo con la grata sorpresa de que esa misma labor de búsqueda y rescate del patrimonio oral e inmaterial de nuestra zona ya la desempeñaron en su día otras personas, normalmente eruditas y siempre entusiastas de las tradiciones murcianas. Y es que la etnografía, entendida como método de estudio de las costumbres de un pueblo, no es una moda o un invento de nuestro tiempo. En la mayoría de los casos, tan arduo trabajo realizado en décadas o incluso en siglos pasados, nos ha sido legado en forma de libros, artículos y publicaciones sobre el tema investigado, y éstos han servido y siguen sirviendo en la actualidad para documentar y referenciar los rasgos culturales que nos identifican, a la vez que para profundizar en ellos. Por tanto, analizar y revisar desde la perspectiva contemporánea lo que alguien ya documentó en tiempos pretéritos, también se convierte en un camino de investigación para nosotros.

Grandes etnógrafos murcianos fueron, por ejemplo, Díaz Cassou, Frutos BaezaJara Carrillo, Martínez Tornel o Torres Fontes, de quienes tanto hay publicado. Sus trabajos beben de las corrientes historicistas y románticas que inundaron los círculos artísticos y culturales a finales del siglo XIX, un tiempo en el que se generaliza en toda España el profuso ensalzamiento de las singularidades y valores más regionalistas a través de la pintura, la literatura o la música... Especialmente para Beniaján es importantísimo el trabajo que realizó otro de aquellos estudiosos del tipismo local, nuestro paisano y diputado Luis Federico Guirao, en su faceta como fotógrafo: guiado por un profundo interés por la vida cotidiana en la huerta y en su pueblo, inmortalizó en cientos de imágenes el paisaje y las escenas costumbristas de nuestra zona, la mayoría de sobra conocidas por las numerosas veces que se han reproducido. Gracias a su afición, podemos ver hoy imágenes de Beniaján de aquella época, siendo muy pocas las localidades de nuestro entorno que pueden presumir de tal circunstancia.

Sacando agua del pozo, en la Huerta de Beniaján
(fotografía de Luis Federico Guirao)


UNA PARTITURA ENTRE NOTAS DE PRENSA

Muchos de estos autores aprovecharon también las páginas de los periódicos para, de alguna manera, difundir sus trabajos. Así, en El Liberal del 12 de enero de 1922, encontramos la noticia de la publicación de un libro llamado “Cancionero Popular Murciano” en el que su autor, Alberto Sevilla, había recopilado diversas coplas tradicionales de nuestra región. Precisamente a raíz de aquella noticia y en el mismo periódico, se sucederían varios artículos en los que se señalaba la no inclusión en el citado libro de los ancestrales ‘Mayos’, abriendo el camino a manifestaciones de profundo pesar por haber dejado la sociedad murciana caer en el olvido tan legendaria costumbre: ciertamente era un festejo en desuso, y la letra y la melodía de aquella cantinela que cada 30 de abril había inundado la noche huertana, tal y como muchos habían oído relatar, se encontraban prácticamente desaparecidas en aquel momento. Tan sólo el músico José Verdú Landívar, en su libro “Colección de Cantos Populares de Murcia” del año 1906, había recogido una versión de aquella vieja copla.

El Liberal del 17 de enero, ya titula un artículo “Investigaciones artísticas: Los Mayos”, y en él se destaca: “Ya que los aficionados a los aires populares han manifestado su interés por este asunto, nos creemos en la obligación de sacarlo de las tinieblas en que, al parecer, muere”. Y será otro conocidísimo músico y también estudioso de nuestras tradiciones, Emilio Ramírez, a la sazón coautor del Himno a Murcia, quien participe de aquel repentino afán por recuperar ‘Los Mayos’. Redactará varios artículos al hilo de sus investigaciones, y así, el 21 de enero de 1922, El Liberal publicaba en primera página la partitura que finalmente había podido transcribir el maestro Ramírez, concluyendo al respecto los redactores del diario que “al ofrecer esta intensa página de tradición murciana, creemos haber hecho un servicio al arte regional y nos sentimos orgullosos de ello”.

Partitura de los Mayos de Beniaján
(publicada en 'El Liberal' en 1922)

Unos días después, el 24 de enero, Ramírez explicaba en el mismo periódico el resultado de su trabajo y cómo lo había obtenido: “La melodía de ‘Los Mayos’ que yo envié a El Liberal, tiene los mismos diseños melódicos que la que figura en el hermoso libro de Verdú; pero sin que yo tenga la pretensión de superar, ni de igualar siquiera, la meritísima labor del inolvidable músico murciano, es cierto que ambas transcripciones difieren en el tono, en el compás, en el ritmo, en los valores y en el matiz. Y es que al reconstruir mis recuerdos, contrastándolos con el testimonio de los que aún podían entonar la canción, he preferido ir al archivo viviente del alma murciana. En el corazón de la huerta, cerca del pintoresco pueblecito de Beniaján, tengo una amistad de la que me enorgullezco. Un viejecillo huertano, con las manos encallecidas por el trabajo y la cabeza plateada por el peso de los años, ha sido el bardo que ha inspirado muchos de mis apuntes sobre nuestra música popular. ¡Cuánta parte lleva él en mis pequeños éxitos! No hace muchos días me dictaba con su vocecilla temblecona, la canción de ‘Los Mayos’ con sus distintas estrofas, que yo cuidadosamente recogí”.

Por tanto, vemos que la versión de ‘Los Mayos’ rescatada por el maestro Ramírez es distinta a la recopilada unos años antes por Verdú. Y lo más interesante para nosotros es que ésta, concretamente, fue obtenida en la huerta de Beniaján. Entendemos entonces que no debía existir una sola versión de la melodía (como pueda parecernos ahora), sino que probablemente variara según el lugar donde se interpretaba; y no sólo con respecto a otras zonas de levante, como apuntaría Ramírez en este sentido: “nunca la fiesta de ‘Los Mayos’ ha sido en nuestra huerta lo que en otras regiones de España”, sino también dentro del ámbito de nuestra comarca. Lo cierto es que gracias a aquel trabajo de investigación y a su publicación en la prensa de la época, hoy podemos conocer y redescubrir aquella variante concreta, e incluso atrevernos a bautizarla como Los Mayos de Beniaján.


Cruz de Mayo, en una reja del casco antiguo

REVISANDO LA FIESTA, HOY

Afortunadamente, la celebración de 'Los Mayos' se ha ido recuperando a lo largo del siglo XX y especialmente en sus últimas décadas gracias a la labor de rondallas y grupos folklóricos. Así ha ocurrido en Beniaján, donde nuestras tres peñas huertanas (El Azahar, El Celemín y La Parranda) se han convertido en auténticas depositarias y custodias de nuestras más huertanas costumbres. Pero sería bueno que estos grupos beniajanenses, destilando nuestras esencias y particularidades, rescataran para su repertorio la melodía que un anciano de nuestra huerta transmitiera a aquel erudito músico hace ahora casi un siglo… y así volver a escuchar felizmente esa variedad de ‘Mayo’ en Beniaján cada 30 de abril venidero.

De hecho, creemos imprescindible hacer una revisión sobre la partitura que actualmente escuchamos pues, aun estando ya muy popularizada, ni siquiera resulta tener un origen netamente murciano. Así nos lo confirma Tomás García, documentalista, etnógrafo y colaborador de nuestro Taller, quien apunta al respecto que estos ‘Mayos’ contemporáneos son una versión de los que se tocan en una zona de la provincia de Albacete. ¿Por qué importarla entonces si tenemos aquí, precisamente en Beniaján, una melodía genuinamente murciana? ¿Por qué no rescatar de los archivos, allá donde se encuentren, las auténticas partituras que interpretaron nuestros antepasados?

Al hilo de este asunto, también se ha debatido en el Taller el hecho de que hoy se haya generalizado el festejo como una manifestación eminentemente de carácter religioso-popular, sobre todo por haber fusionado el canto de ‘Los Mayos’ con la colocación de ‘Cruces Floridas’ en calles y plazas, cuando en origen se trataba de dos celebraciones distintas aunque inmediatamente seguidas en el calendario (el día de la Cruz es el 3 de mayo). No deberíamos olvidar la primigenia faceta pagana y jocosa de ‘Los Mayos’ como coplas de ronda, con las que se ensalzaban la fertilidad de la tierra y las virtudes de las mujeres del lugar la noche del 30 de abril. Si volvemos a la partitura publicada en El Liberal y atendemos a la letra, se puede leer:

Ya estamos a treinta de este Abril florido,
alegrarse damas, que Mayo ha venido.
Ha venido Mayo, bienvenido sea,
para las hermosas y para las feas.

Sólo el primer ‘Mayo’ del 30 de abril se dedicaba a la Virgen: se acudía a las puertas de los templos y se cantaba a María como la más hermosa Señora… eso sí, pidiéndole antes ‘permiso’ a su Santo Esposo José. Y hoy acuden nuestras rondallas esa noche al Atrio de la iglesia para cantar a la Virgen, tradicionalmente a la del Carmen y a la del Rosario, y en los últimos años también a la que veneramos en Beniaján bajo la huertana advocación de “el Azahar”… la misma que cada 1 de mayo, recorriendo caminos y veredas entre árboles en flor, vuelve en romería a su ermita de Villanueva.

Romería de la Virgen del Azahar, por el Caminico

miércoles, 9 de mayo de 2012

El taller en los medios

Los medios se hacen eco del taller de recopilación de la historia de Beniaján:


¿Qué más se puede pedir?
Estamos felices: Francisco Hernández Quereda ha prometido una publicación de todo el material que llevamos recogido. Así que a trabajar y a aportar más material que quede reflejado.

Muchísimas gracias a todos los que estuvisteis allí el lunes por la tarde. Para nosotros es un orgullo estar haciendo algo que os interesa de verdad.

Muchas gracias.

viernes, 4 de mayo de 2012

Jornadas Etnográficas

Beniajaneras, beniajaneros, beniajanenses y/o residentes en Beniaján y proximidades: el lunes 7 de mayo, la Escuela Popular se transfigura en ventorrillo para acoger las Jornadas Etnográficas que organiza Conexión Cultura, el Ayuntamiento de Murcia y la Escuela Popular de Beniaján.

Actividades: el día 7, tras la inauguración, concierto de la Cuadrilla Murciana, charla del Taller de Recopilación de la Historia de Beniaján, apertura de la exposición de Moisés Yagües: "Los sonidos de la Tradición" y vino murciano. El taller de cocina de Pedro Pedreño será el martes, día 8 (hay que apuntarse) y el miércoles, día 9, el Taller de Historia abre sus puertas y su archivo a todo aquel que quiera pasarse por allí. ¡No os lo perdáis!





miércoles, 25 de abril de 2012

Una tarde con Loli Gil


Quien necesita buscar información sobre un determinado tema, histórico en nuestro caso, inmediatamente acude a los archivos, a las hemerotecas, o consulta libros y artículos publicados. Trabaja casi siempre a partir de un material preexistente y, por lo general, ya muy filtrado y expuesto no sin cierta subjetividad por parte de autores o investigadores que abordaron anteriormente el tema que nos interesa. También existe la posibilidad de realizar entrevistas a personas entendidas en la materia que investigamos… y si se trata de conseguir datos biográficos de alguien en concreto, más o menos reciente, incluso obtener información particular de quienes han podido conocer al personaje o compartir con él alguna experiencia.

Pero son muy pocas las veces que se tiene la suerte de poder acceder directamente al biografiado, unas veces porque ya no está vivo, y otras porque es del todo inaccesible para quien investiga. Pues bien, nuestro Taller, como parte del trabajo de recopilación de datos de la historia de Beniaján y de sus personajes, ha conseguido esta vez entrevistar a una de esas personas; de hecho, a la que podríamos calificar como la artista más importante que ha dado hasta la fecha nuestro pueblo y una de las más señaladas de toda la Región: la cantante de ópera Loli Gil Vera.

Con 87 lúcidos y maravillosos años, Loli reside actualmente en Murcia capital junto a su familia. Y hace unas semanas nos abrió generosa las puertas de su casa y de su memoria, desgranando para nosotros infinidad de datos tanto de su trayectoria profesional como de su vida personal. No faltaron los pasajes sobre su infancia en Beniaján, el pueblo que la vio nacer, crecer y marchar para poder realizar su sueño en Madrid, y que tanto la aclamaría luego cada vez que volvía para cantar en su tierra, ya consagrada. Viajamos por el mundo y recorrimos de su mano una vida plagada de éxitos y también de renuncias, contemplándola a través de los ojos de la protagonista. Su hija, Andrea Montalvo Gil, nos acompañó durante la entrevista y nos mostró fotografías, recortes de prensa y programas atesorados durante años, documentando físicamente todo cuanto nos relataba Loli de sus años de gloria sobre los escenarios. Ciertamente, quienes tuvimos el privilegio de estar en aquel salón esa tarde, percibimos desde el principio que estábamos ante una mujer que nunca ha dejado de ser artista… ni mujer.

Toda la información obtenida, debidamente registrada, ha pasado a engrosar nuestro archivo y el objetivo ahora es darle la forma adecuada para poder difundirla y resaltar el papel de Loli Gil como personaje de Beniaján que trasciende incluso el ámbito local y regional. Ese será nuestro homenaje y regalo para ella, pues de momento sólo hemos agradecido tanta paciencia y amabilidad con nosotros con el pequeño ramo de flores que le entregamos el día de la entrevista. Flores para la artista que fue y sigue siendo Loli Gil, nuestra querida “voz de oro”.


Entrevistando a Loli Gil

viernes, 16 de marzo de 2012

Cantando con Tomás

Hemos tenido la inmensa suerte en el Taller de contar durante un par de sesiones con la presencia y participación del conocido documentalista Tomás García Martínez. De su mano abordamos, por ejemplo, muchas de las noticias más antiguas relacionadas con Beniaján extraídas de la hemeroteca del Archivo Municipal, habiendo pasado ya a engrosar todas ellas nuestro fondo documental.

Pero si por algo destaca Tomás, es por sus amplísimos conocimientos de todo lo que a música, canto y bailes tradicionales de la Región se refiere, pues no en vano se trata de uno de los mejores estudiosos y mayores entusiastas del folklore murciano, siendo además músico integrante de la Cuadrilla de Patiño y del grupo Taray. Su asistencia vino a propiciar que compartiésemos en grupo todas las coplillas, canciones, juegos infantiles o incluso oraciones y refranes que pudiéramos recordar, poniendo a su vez en valor la importancia de todo ese patrimonio inmaterial de nuestra cultura, transmitido generalmente de padres a hijos.

Así por ejemplo, Antonio Pelegrín explicó el significado de tres refranes o dichos genuinamente beniajaneros:

“Eres más viejo que las paredes del Huerto de San Blas” - utilizada para dar a entender que algo es muy antiguo, tanto o más que la histórica tapia que cercaba esta conocida finca de El Secano.

“Estás más loco que la yegua del López”para significar que alguien está mal de la cabeza, como también parecía estarlo el citado animal, muy dado a cocear, propiedad de un conocido comerciante de la Calle del Álamo.

“Eres más cansado que el tío de la tinta” – comparando a quien se alude con el vendedor ambulante de tinta que antiguamente recorría nuestro pueblo, quien acostumbraba a pregonar su mercancía con un incesante soniquete.

Tampoco faltó el canto del tradicional “aguilando”, guiado por Antoñita Hernández y coreado por todos, haciendo gala de la improvisación de la letra que en él se acostumbra. Hubo quien rememoró viejos bailes de patio de colegio. Y Puri Martínez recitó varias oraciones transmitidas por su madre, casi todas ellas ligadas a la petición de algún remedio, protección ante las tormentas, etc. Animados por Tomás, que supo accionar los resortes de nuestra memoria, fueron aflorando uno tras otro los recuerdos. Y el simple hecho de volver a escuchar todo aquello y disfrutar al hacerlo, no hizo más que reflejar su vigencia como algo que nos divierte, nos emociona o simplemente nos identifica.


Rondalla y grupo de baile de Beniaján, años 50

Para terminar y como muestra de que hasta en una sencilla copla pueden quedar latentes pinceladas de nuestra historia, Pedro Arce recordó una que escuchaba de niño y que, según vino a relatar, había sido compuesta por Luís “el Palomo”, personaje muy conocido en el pueblo a mediados del siglo pasado. Su letra, no exenta de cierta guasa, satiriza acerca de unas obras llevadas a cabo en la torre parroquial de San Juan Bautista en los años 60. Aquella reforma tuvo que ser costeada con donativos de los feligreses y, precisamente sobre la recaudación de fondos y el destino de los mismos trata la canción, que acabó popularizándose entre los vecinos:

El campanario del pueblo lo han reformado este año,
han puesto campanas nuevas y un reloj que da el horario.
Don Antonio bien predica, dentro de la sacristía
que hacen falta los dineros para la albañilería.
Don Eduardo el doctor, médico de cirugía,
ha dado veinte mil duros, según dijo el otro día.
Cuando suena la de abajo y tocan al Rosario,
van todas las beatas derechas al confesionario.
El chalet de Los Narejos bien lo puede decorar,
con la excusa de la torre ¡bien que se va a alpargatar!
Aquí se acaba la historia de la obra del campanario,
los pobres dan el dinero, los ricos dan el horario.

Son muchísimas las piezas del cancionero popular que hemos escuchado desde la infancia, en nuestra casa, en las fiestas, en los juegos de la calle… y con poco que nos parásemos a pensar sobre ellas, o preguntásemos a nuestras familias o amigos, seríamos capaces de recordarlas casi ‘de carrerilla’. Nuestros mayores conocen las más antiguas, las que a su vez aprendieron de sus abuelos y, si no las comparten ahora con las nuevas generaciones, desaparecerán con ellos para siempre. Tomás nos hizo ver que todo ese patrimonio, inmenso pero del que cada vez va quedando menos por estar escrito sólo en la memoria de las personas, necesita protección y permanecer en nosotros como un aglutinante de la cultura y la historia que compartimos. Desde el Taller y como un objetivo más del trabajo a desarrollar, queremos recuperarlo, darle su valor y ser continuadores de esa transmisión, para que dentro de muchos, muchos años, en Beniaján se sigan escuchando las letras, cuentos y melodías que un día acompañaron a nuestros antepasados.

Toda reunión o fiesta se acompañaba de música popular

Así que, si recordáis alguna canción o letra relacionada con nuestras costumbres y fiestas, o cualquier copla, refrán o cuento que se haya escuchado en vuestra casa, o en el colegio, o en el vecindario; historias de aquellas que narraban los ancianos en mitad de un corro de chiquillos y todavía guardáis en la memoria como parte de vuestra infancia, queremos conocerla…

¡VENID AL TALLER A COMPARTIRLA!

lunes, 6 de febrero de 2012

Hablemos de arquitectura

Muchas veces hemos escuchado o dicho que Beniaján no cuenta con un patrimonio histórico-artístico de interés, que no tiene apenas edificios relevantes… y es cierto. Pero carecer de monumentos no implica necesariamente la inexistencia de valores arquitectónicos en un lugar. Al menos nosotros, no vamos a dar por hecho que así ocurra en nuestro pueblo. Sobre todo si tenemos en cuenta que la Arquitectura que se estudia, se documenta y se protege no sólo se ciñe a la de grandes palacios e iglesias. La ARQUITECTURA RESIDENCIAL, es decir, la que abarca a todo edificio con uso de vivienda, también puede ser patrimonial si sus características nos remiten a un estilo, o a una tipología concreta de vivienda que pueda tener cierto interés, aunque sea a nivel local. Y es que las casas, con su lenguaje, también nos pueden contar grandes cosas sobre la historia de nuestros pueblos y ciudades.

 

Como actividad del Taller, el pasado 1 de febrero recorrimos en grupo el casco antiguo de Beniaján, identificando en sus calles distintos ejemplos de vivienda tradicional, la mayoría datados entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. Se trataba de buscar en ellos elementos constructivos o formales que nos hablaran de la historia de Beniaján desde un punto de vista arquitectónico.

Algunas de las casas analizadas se encuentran actualmente en estado de abandono, pero gran parte siguen habitadas y mantienen su uso como vivienda (aunque mostrando a veces importantes alteraciones en su volumetría o en las terminaciones, que han acabado por distorsionar la intuida imagen original del inmueble). También observamos casos muy puntuales en los que el edificio se ha ido rehabilitando acertadamente, conservando toda la esencia del estilo y la época en que fueron construidos.

Lo primero que llamó nuestra atención fue la similitud de todos los inmuebles en cuanto al SISTEMA ESTRUCTURAL utilizado en su construción: muros de carga paralelos a la calle, teniendo siempre tejados inclinados como cubierta. Referente a la PARCELACIÓN de cada manzana, comprobamos que las casas se adosan unas a otras recayendo siempre a dos calles, contando por tanto con una fachada principal y otra trasera. También detectamos que el abanico de MATERIALES empleados, en general, es bastante elemental: piedra, ladrillo macizo, madera, cañizo, teja, yeso y mortero de cal. En efecto, todos los edificios se han construido con materias primas de obtención cercana e inmediata.


Materiales de aquí 

La Huerta de Murcia es un territorio geológicamente sedimentario, en el que la única piedra que ofrecen sus cerros y montañas es de tipo conglomerado; es decir, formada por la compactación de detritos rocosos muy heterogéneos. Por el contrario, el terreno es rico en arcillas, yesos, arena… Esta realidad permanente ha condicionado desde siempre la tradición constructiva desarrollada por los habitantes de la zona. Así, la piedra de que se disponía en las inmediaciones de Beniaján se limitaba a los cantos arrastrados por el río o por la rambla del Garruchal, y únicamente posibilitaba la ejecución de gruesos muros de piedra aparejados muy irregularmente. El barro mezclado con paja, permitió levantar robustos tapiales y ligeras paredes de adobe (atobas). La cocción de la arcilla dando forma a ladrillos y tejas ampliaría la lista de materiales constructivos básicos en la edificación doméstica, existiendo precisamente varias fábricas (llamadas “tejeras”) en nuestro pueblo. Los troncos de madera de pino (colañas), apoyados en los muros de carga, se utilizaban para sustentar pisos intermedios y cubiertas. Sobre ellos se disponían tramados de cañas trenzadas con soga de esparto (cañizo) que conformaban el plano horizontal de la planta superior, o el inclinado de la techumbre, o falsos techos (cielo raso). Por último, las numerosas canteras de yeso (aljez) existentes en nuestra sierra, o la facilidad para obtener cal a partir de las calizas de la zona, proporcionaban el material de agarre, revestimiento y acabado necesario.

Como materiales complementarios, encontramos puntuales piezas de cerámica decorativa en fachadas, hierro en balcones y rejas, y también la baldosa hidráulica como pavimento en los interiores.


Un estilo uniforme 

Durante el recorrido por el casco antiguo, encontramos gran número de viviendas ejecutadas con muros de
mampostería y su correspondiente revestimiento de mortero coloreado. Pero pronto comprobamos que en nuestro pueblo resulta más significativo otro sistema de construcción, que vendría a revolucionar la arquitectura residencial particularmente en Beniaján durante el primer tercio del siglo XX: la realizada con muros de ladrillo visto macizo y teja plana en la cubierta. Su masiva implantación está claramente relacionada con la gran pujanza económica que vivía el pueblo en aquel momento (plena efervescencia de la exportación cítrica), dibujando hoy en nuestro callejero un estilo fácilmente identificable en el patrimonio arquitectónico local.

La proliferación de inmuebles construidos con ladrillo en esos años, aunque de forma discreta en cuanto al alarde constructivo o el diseño, aportaba mayor solidez estructural a las construcciones que la mampostería (por ofrecer un mejor trabado de los muros), y a la vez conseguía agilizar su ejecución. Se trazaron calles y a lo largo de ellas se levantaron hileras completas de casas de nueva planta que ya seguían una misma tipología, e incluso idéntica distribución interior. Desde el punto de vista estético, estas ‘modernas’ construcciones daban homogeneidad y limpieza visual a nuestras calles: se produjo una paulatina regularización de los frentes de fachada, alturas de cornisa y materiales, observándose incluso ligeras licencias en motivos decorativos (aunque fuera simplemente jugando con el aparejo de las piezas). De hecho, aunque a nivel muy básico, la arquitectura del ladrillo macizo que llegó a Beniaján con el siglo XX entronca con el modernismo cartagenero tan en auge en esa época o con el estilo neo-mudéjar de décadas anteriores.


Conservación y protección 

¿Es necesario conservar y proteger este patrimonio arquitectónico? ¿Le damos el valor que realmente tiene? ¿Es importante para Beniaján mantenerlo? Son muchas las consideraciones que uno puede hacer sobre este tipo de construcciones, y desde el Taller queremos animaros como vecinos a reflexionar sobre ello. El matiz diferenciador que existe entre los conceptos "viejo" y "antiguo", en este caso, puede resultar de gran ayuda a la hora de hacer nuestro particular análisis.

Normalmente calificamos como 'vieja' una casa cuando sabemos que sido construida hace muchos años, y lo hacemos de forma casi peyorativa, pues enfatizamos al hacerlo cierta falta de prestancia, solidez o habitabilidad en ella, que muchas veces sólo nos lleva a pensar en la necesidad de desocuparla y directamente demolerla para hacer sobre ella otra de nueva planta. Pero, ¿expresamos lo mismo cuando decimos que una casa es 'antigua'? En la mayoría de los casos, no... pues al hacerlo estamos dando un paso más allá y, a veces sin pretenderlo, convertimos la evidente vejez que pueda tener esa vivienda en un valor añadido, o incluso en su principal virtud a la hora de describirla. Y es que una casa antigua nos transmite información del pasado: evoca una época, una manera de construir, una forma de vivir, incluso la forma de ser de quienes la habitaron. Y, nos guste más o menos lo que percibimos, ya la miramos desde un punto de vista más testimonial o referencial que práctico. En definitiva, empezamos a valorar la arquitectura no sólo por lo que nos sirve, sino por lo que nos cuenta.

En Beniaján hay sin duda muchas casas viejas, pero a poco que nos detengamos a mirarlas con tranquilidad y perspectiva, seguro que distinguimos algunas que nos llaman especialmente la atención. Y al contemplarlas, lo haremos casi como si tuviésemos delante una fotografía antigua, en blanco y negro, de esas que a pesar de los achaques del tiempo y de estar incluso estropeadas, retratan con nitidez una historia que sentimos de alguna manera cercana. Muchas veces, sólo nos queda del pasado el recuerdo transmitido por esas fotos que guardamos como tesoros; y nos gusta mirarlas a menudo buscando en los rasgos físicos de nuestros mayores, en ellas inmortalizados, alguno que todavía se encuentre en nosotros mismos... ¿Por qué no conservar entonces las casas antiguas, como transmisoras de muchos pasajes de la historia local? ¿Por qué no mantenerlas como referencia, a la hora de revitalizar urbanísticamente el casco antiguo? ¿Por qué no potenciar sus valores o 'rasgos' arquitectónicos y adoptarlos en las nuevas construcciones, integrando progreso y tradición? ¿Acaso nos gusta la imagen que están adquiriendo las calles del Beniaján castizo, cada vez más desnaturalizada e individualista, con las nuevas tipologías y variopintas soluciones de fachada que se han ido construyendo en los últimos años?

Villa Azahar: arquitectura perdida


miércoles, 1 de febrero de 2012

17 de enero. San Antón

La fiesta de San Antón se inscribe dentro de las fiestas del ciclo invernal, poniendo fin al ciclo de navidad en muchos lugares, tal como reza el refrán: "Hasta San Antón, pascuas son". En muchos sitios las fiestas del solsticio de invierno se acompañan de rituales de fuego (hogueras), tal como se hace con el solsticio de verano, que aquí llamamos San Juan y sobre el que ya hemos hablado en este Blog, a propósito de una "falla" de los años 80.

En Zeneta me contaban hace 6 años que aún se estilaba hacer hogueras por San Antón. En Beniaján no nos han llegado noticias sobre fogatas en esta fecha tan señalada. Y tampoco sobre otra tradición que aún pervive en algunos lugares de la huerta (La Luz, por ejemplo), consistente en subir al monte a comer, hacer una paella o unas migas.

Y es que en Beniaján tenían una tradición muy propia, que era la merendona, de la que tenéis un estupendo artículo en este mismo Blog escrito por Gabriel, uno de los participantes en el taller. Nosotros, que somos amantes de las tradiciones, no solo para estudiarlas sino también para vivirlas y revivirlas, nos hubiera gustado ir de merendona el 29 de diciembre, como manda la tradición. Pero nuestro grupo no se rige por el horario natural de los días y las estaciones, sino por el tan artificial horario escolar, así que el 29 de diciembre estábamos de vacaciones y cada uno por un sitio. Aunque me consta que en Beniaján hay algún grupo que aún se junta ese día a comer, tal como nos cuenta Pelegrín, otro de los participantes.
El caso es que no queríamos quedarnos sin merienda campestre y hemos fusionado la tradicional merendona beniajanera con la tradicional subida al monte sanantonera y las fiestas del Bojar y nos hemos ido de merienda al barrio, al área recreativa detrás de las escuelas.



Tal ha sido el éxito de nuestra propuesta que Fina García Lax, de la Comisión de Fiestas del Bojar, se ha acercado a decirnos que les gustaría recuperar la tradición e incorporarla a las fiestas el año que viene, como se puede ver en esta foto:


Realmente ha sido una experiencia maravillosa. Muy divertida, económica y visible. Cada uno llevamos algo, lo que pudimos y lo compartimos. Incluso Victoria y Antoñita llevaron lo que quedaba "de Pascua" para cumplir bien con la tradición.

Los tiempos han cambiado. Ni siquiera está el lugar donde se subía a merendar. Pero el recuerdo queda y la memoria es más fuerte que el silencio.
Y ese es el gran valor de lo que llamamos "patrimonio inmaterial", que reside en la memoria, en el recuerdo y en el corazón, lugares todos ellos inaccesibles para las máquinas del desarrollismo, la especulación inmobiliaria o los planes de ajuste europeo.
Mientras nos quede el recuerdo, la tradición no se perderá.

Y prueba de ello es también la foto que sigue, donde podemos adivinar cómo se transmite otra tradición aún muy viva: la colombicultura (o palomistas): hombres mayores y niños entrenando palomas en la rambla.


PD: El 17 de enero de 2012 fue martes. Así que respetamos la fecha y no hacemos eso de pasarlo a un domingo. En estos tiempos de repensarlo todo, ¿por qué no se puede hacer una tradición en su día, aunque no sea festivo? Este planteamiento vale igual para ateos u otras religiones. Pensemos el caso, por ejemplo de la musulmana fiesta del Cordero, que no coincide con un festivo oficial.
Próximamente será la Candelaria (jueves, 2 de febrero) que pone punto final definitivo al ciclo navideño. Y después Carnaval, la gran fiesta del invierno. ¿Por qué perder el martes?
¿Por qué?...