Este es el blog del taller de Recopilación de la Historia de Beniaján, una experiencia desarrollada entre los años 2010 y 2015 en la Escuela Popular de Beniaján. Participó en ella un nutrido grupo de personas del pueblo que, día a día, dieron constancia de su tiempo y de su memoria para que su voz no se pierda. En 2016 publicaron el libro "Beniaján y sus gentes. Un paseo por la memoria", recogiendo parte de su investigación. Este trabajo ha tenido continuidad y se ha consolidado en el Centro Cultural de Beniaján a través de "Conoce tu localidad", taller que sigue activo hasta hoy, recopilando aspectos sobre el patrimonio y la historia de Beniaján.

martes, 29 de octubre de 2013

Reiniciamos el curso...

...Y lo hacemos antes de tiempo y metiéndonos de lleno en un tema del pasado pero de candente actualidad.


Como ya hemos comentado otras veces en el Blog, el taller colabora con el IES Beniaján en su proyecto europeo COMENIUS sobre franquismo y nazismo. En esta ocasión la colaboración se concretó en una visita del taller al IES la mañana del miércoles, 16 de octubre. Nuestra misión era contar a los chicos y chicas allí reunidos (algunos de ellos venidos de la mismísima Alemania), cómo se vivió la Guerra Civil en Beniaján y en Murcia.

Para ello, nuestra apuesta fue tirar de las voces de la memoria de aquéllos años, aún viva en los más veteranos de Beniaján. En este sentido, contamos con la colaboración de Luis "El Perillo", Eliseo "del Casino", Antonio Pellicer, Antonio Serrano, José Aparicio "el Nene Aparicio", Francisco Cánovas "el Marqués" y Paco "el Polito", todos ellos en torno a los 80 años, excepto Luis, que tiene 92. A través de sus recuerdos consiguieron llevarnos hasta aquéllos años y hacernos sentir la inseguridad, la desinformación, el desconocimiento y desconcierto ante lo que estaba ocurriendo.

En aquel lejano verano de 1936, llegó a Beniaján la información de que los militares se habían levantado en armas contra la República y lo hizo a través de la prensa. Recordemos que Beniaján era un lugar de paso, muy marcado por la presencia de su Estación de tren, por la que entraban noticias frescas todos los días, ya fuera a través de rotativos, ya fuera a través de viajeros y comerciantes.

En un principio, nadie sabía el alcance que podía tener aquéllo, pero enseguida se vieron movimientos: según nos cuenta Paco "el Marqués", que vivió siempre al lado de la Iglesia de Beniaján, poco antes del inicio de la guerra, el templo ardió y varios vecinos y vecinas corrieron a proteger algunos santos, pero la mayoría de esculturas fueron presa de las llamas. Las ruinas de la parroquia fueron testigo de su destino durante los tres años de la contienda y Paco recuerda que una de las primeras cosas que hizo el nuevo Régimen tras la guerra fue un concierto en el solar de la Iglesia, rodeados de escombros.

Por su parte, los que más organizados estaban (dirigentes de partidos políticos y sindicatos) crearon los "comités", uno en cada pueblo, que "organizaban" la vida local y tomaban decisiones. Se empezó a reclutar gente para ir al frente. Así, se veía cómo hermanos mayores, primos, novios y maridos se iban al frente tras rápidas instrucciones en la vieja Condomina o en la Finca de Don Adrián. El rico terrateniente fue llevado preso y sus tierras colectivizadas.

Algunos jóvenes iban voluntarios al frente, como el hermano de Eliseo, que fue piloto y tras una breve instrucción en Los Jerónimos, fue a luchar en varios lugares. Uno de ellos, Teruel, donde murió. Pero otros iban porque les tocaba por edad o porque los reclamaban. Los de Beniaján iban a luchar al frente republicano, pues estaba en esa zona del país. Si el alistado "forzoso" no confesaba con esas ideas, sólo le quedaban tres opciones: aguantarse, escapar o, ya en el campo de batalla, pasarse al otro frente si es que compartía esas ideas.

Hacia el final de la contienda ya se sabía que era mejor evitar el frente. Luis así lo supo y por eso cuando estaba a punto de ir al Servicio Militar, como eso era "destino trinchera" asegurado, prefirió enrolarse voluntario en la Guardia de Asalto, el cuerpo policial de la República, en el que sirvió durante unos meses en la localidad de Valdepeñas.

La guerra se libraba en frentes de batalla de los que no hubo ninguno significativo en Murcia. Únicamente se cavaron trincheras en Sucina, El Garruchal, El Puerto de la Cadena... por si eran necesarias. Murcia también se escapó de los bombardeos, no como su vecina Cartagena, que fue arrasada en gran medida.

Así que la guerra aquí se vivió por el efecto sobre las familias y por el miedo, que corría como la pólvora. En una ocasión, se corrió la voz de que los marroquíes que apoyaban a Franco iban por los pueblos cortando cabezas y violando mujeres y que habían desembarcado en Torrevieja. Los hombres y mujeres de Beniaján pasaron varias noches en vela. Ellos hicieron barricadas en las vías del tren y se armaron de palos, hachas y cuchillos para luchar contra el posible enemigo. Y ellas recogieron a los niños y se escondieron. Afortunadamente, quedó sólo en un rumor, pero era un rumor con fundamento, pues es verdad que en varios pueblos del Levante español se cometieron ese tipo de tropelías.

La guerra, como decían una y otra vez nuestros contertulios, "fue un desastre". El dinero valía o no valía según donde hubiera sido acuñado, con lo que esto representaba para los negocios. Médicos como Fabián Escribano estaban en el frente y la población más desasistida de lo habitual. La escuela funcionó hasta 1939, pero en abril se cortó hasta septiembre, cuando de repente el maestro de siempre ya no podía seguir siéndolo...



Entonces llegaron los años de plomo. Al desastre de la guerra le siguió el no menos desastre de la posguerra. Muchos de los beniajanenses que fueron al frente no volvieron y otros fueron represaliados tras la guerra por sus ideas y obligados a dejar el pueblo. Algunos no volverían nunca porque murieron (en el frente o fusilados). Otros (la mayoría) tardaron en volver porque fueron encarcelados en cárceles improvisadas, como la Plaza de Toros de Albacete, donde estuvo Luis más de tres meses, o llevados a Campos de Concentración, como José Cortés, que estuvo en el de Albatera. A otros les obligaban a ir de nuevo al Servicio Militar 3 años más para "reeducarse". Las mujeres, preparaban ropas y víveres para los presos, buscaban avales para liberar a los suyos, tiraban de las familias y lloraban a los muertos o desaparecidos.

Y luchaban contra el hambre. Mucho hambre y mucha miseria. Era lo que había. Paco "el Polito" recuerda cómo le impactaron las diferencias que vio entre su Beniaján natal, donde había visto cómo la Guardia Civil, abusando de su poder "confiscaba" grano a la puerta del molino, aunque dejara sin comida a una familia y después, a los 16 años, en su destino en Teruel como "factor" de estación, que allí no había ni cartilla de racionamiento. Aquí había hambre y miseria. En la España "nacional", no.

Toda esa desigualdad, toda esa injusticia, todo aquel terror forma parte de la memoria colectiva de Beniaján y todavía hoy, 74 años después del fin de la guerra, bajamos la voz para hablar de ella, miramos a nuestro alrededor por si nos escuchan y nos da miedo tocar el tema por lo que pudiera pasar...

Aquéllo queda ya lejos pero es un capítulo de la historia que se ha intentado pasar por alto y eso no puede ser. Su lección está muy presente: "que fue un desastre, algo que no debería ocurrir nunca más". Pero para que algo no vuelva a ocurrir, hay que conocerlo y conocer sus causas y efectos y no enterrarlo en el olvido, de donde podría brotar de nuevo.

Gracias a estos 7 hombres y a todos los hombres y mujeres del Taller de Beniaján por ayudarnos a luchar contra el olvido.