Este es el blog del taller de Recopilación de la Historia de Beniaján, una experiencia desarrollada entre los años 2010 y 2015 en la Escuela Popular de Beniaján. Participó en ella un nutrido grupo de personas del pueblo que, día a día, dieron constancia de su tiempo y de su memoria para que su voz no se pierda. En 2016 publicaron el libro "Beniaján y sus gentes. Un paseo por la memoria", recogiendo parte de su investigación. Este trabajo ha tenido continuidad y se ha consolidado en el Centro Cultural de Beniaján a través de "Conoce tu localidad", taller que sigue activo hasta hoy, recopilando aspectos sobre el patrimonio y la historia de Beniaján.

lunes, 6 de febrero de 2012

Hablemos de arquitectura

Muchas veces hemos escuchado o dicho que Beniaján no cuenta con un patrimonio histórico-artístico de interés, que no tiene apenas edificios relevantes… y es cierto. Pero carecer de monumentos no implica necesariamente la inexistencia de valores arquitectónicos en un lugar. Al menos nosotros, no vamos a dar por hecho que así ocurra en nuestro pueblo. Sobre todo si tenemos en cuenta que la Arquitectura que se estudia, se documenta y se protege no sólo se ciñe a la de grandes palacios e iglesias. La ARQUITECTURA RESIDENCIAL, es decir, la que abarca a todo edificio con uso de vivienda, también puede ser patrimonial si sus características nos remiten a un estilo, o a una tipología concreta de vivienda que pueda tener cierto interés, aunque sea a nivel local. Y es que las casas, con su lenguaje, también nos pueden contar grandes cosas sobre la historia de nuestros pueblos y ciudades.

 

Como actividad del Taller, el pasado 1 de febrero recorrimos en grupo el casco antiguo de Beniaján, identificando en sus calles distintos ejemplos de vivienda tradicional, la mayoría datados entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. Se trataba de buscar en ellos elementos constructivos o formales que nos hablaran de la historia de Beniaján desde un punto de vista arquitectónico.

Algunas de las casas analizadas se encuentran actualmente en estado de abandono, pero gran parte siguen habitadas y mantienen su uso como vivienda (aunque mostrando a veces importantes alteraciones en su volumetría o en las terminaciones, que han acabado por distorsionar la intuida imagen original del inmueble). También observamos casos muy puntuales en los que el edificio se ha ido rehabilitando acertadamente, conservando toda la esencia del estilo y la época en que fueron construidos.

Lo primero que llamó nuestra atención fue la similitud de todos los inmuebles en cuanto al SISTEMA ESTRUCTURAL utilizado en su construción: muros de carga paralelos a la calle, teniendo siempre tejados inclinados como cubierta. Referente a la PARCELACIÓN de cada manzana, comprobamos que las casas se adosan unas a otras recayendo siempre a dos calles, contando por tanto con una fachada principal y otra trasera. También detectamos que el abanico de MATERIALES empleados, en general, es bastante elemental: piedra, ladrillo macizo, madera, cañizo, teja, yeso y mortero de cal. En efecto, todos los edificios se han construido con materias primas de obtención cercana e inmediata.


Materiales de aquí 

La Huerta de Murcia es un territorio geológicamente sedimentario, en el que la única piedra que ofrecen sus cerros y montañas es de tipo conglomerado; es decir, formada por la compactación de detritos rocosos muy heterogéneos. Por el contrario, el terreno es rico en arcillas, yesos, arena… Esta realidad permanente ha condicionado desde siempre la tradición constructiva desarrollada por los habitantes de la zona. Así, la piedra de que se disponía en las inmediaciones de Beniaján se limitaba a los cantos arrastrados por el río o por la rambla del Garruchal, y únicamente posibilitaba la ejecución de gruesos muros de piedra aparejados muy irregularmente. El barro mezclado con paja, permitió levantar robustos tapiales y ligeras paredes de adobe (atobas). La cocción de la arcilla dando forma a ladrillos y tejas ampliaría la lista de materiales constructivos básicos en la edificación doméstica, existiendo precisamente varias fábricas (llamadas “tejeras”) en nuestro pueblo. Los troncos de madera de pino (colañas), apoyados en los muros de carga, se utilizaban para sustentar pisos intermedios y cubiertas. Sobre ellos se disponían tramados de cañas trenzadas con soga de esparto (cañizo) que conformaban el plano horizontal de la planta superior, o el inclinado de la techumbre, o falsos techos (cielo raso). Por último, las numerosas canteras de yeso (aljez) existentes en nuestra sierra, o la facilidad para obtener cal a partir de las calizas de la zona, proporcionaban el material de agarre, revestimiento y acabado necesario.

Como materiales complementarios, encontramos puntuales piezas de cerámica decorativa en fachadas, hierro en balcones y rejas, y también la baldosa hidráulica como pavimento en los interiores.


Un estilo uniforme 

Durante el recorrido por el casco antiguo, encontramos gran número de viviendas ejecutadas con muros de
mampostería y su correspondiente revestimiento de mortero coloreado. Pero pronto comprobamos que en nuestro pueblo resulta más significativo otro sistema de construcción, que vendría a revolucionar la arquitectura residencial particularmente en Beniaján durante el primer tercio del siglo XX: la realizada con muros de ladrillo visto macizo y teja plana en la cubierta. Su masiva implantación está claramente relacionada con la gran pujanza económica que vivía el pueblo en aquel momento (plena efervescencia de la exportación cítrica), dibujando hoy en nuestro callejero un estilo fácilmente identificable en el patrimonio arquitectónico local.

La proliferación de inmuebles construidos con ladrillo en esos años, aunque de forma discreta en cuanto al alarde constructivo o el diseño, aportaba mayor solidez estructural a las construcciones que la mampostería (por ofrecer un mejor trabado de los muros), y a la vez conseguía agilizar su ejecución. Se trazaron calles y a lo largo de ellas se levantaron hileras completas de casas de nueva planta que ya seguían una misma tipología, e incluso idéntica distribución interior. Desde el punto de vista estético, estas ‘modernas’ construcciones daban homogeneidad y limpieza visual a nuestras calles: se produjo una paulatina regularización de los frentes de fachada, alturas de cornisa y materiales, observándose incluso ligeras licencias en motivos decorativos (aunque fuera simplemente jugando con el aparejo de las piezas). De hecho, aunque a nivel muy básico, la arquitectura del ladrillo macizo que llegó a Beniaján con el siglo XX entronca con el modernismo cartagenero tan en auge en esa época o con el estilo neo-mudéjar de décadas anteriores.


Conservación y protección 

¿Es necesario conservar y proteger este patrimonio arquitectónico? ¿Le damos el valor que realmente tiene? ¿Es importante para Beniaján mantenerlo? Son muchas las consideraciones que uno puede hacer sobre este tipo de construcciones, y desde el Taller queremos animaros como vecinos a reflexionar sobre ello. El matiz diferenciador que existe entre los conceptos "viejo" y "antiguo", en este caso, puede resultar de gran ayuda a la hora de hacer nuestro particular análisis.

Normalmente calificamos como 'vieja' una casa cuando sabemos que sido construida hace muchos años, y lo hacemos de forma casi peyorativa, pues enfatizamos al hacerlo cierta falta de prestancia, solidez o habitabilidad en ella, que muchas veces sólo nos lleva a pensar en la necesidad de desocuparla y directamente demolerla para hacer sobre ella otra de nueva planta. Pero, ¿expresamos lo mismo cuando decimos que una casa es 'antigua'? En la mayoría de los casos, no... pues al hacerlo estamos dando un paso más allá y, a veces sin pretenderlo, convertimos la evidente vejez que pueda tener esa vivienda en un valor añadido, o incluso en su principal virtud a la hora de describirla. Y es que una casa antigua nos transmite información del pasado: evoca una época, una manera de construir, una forma de vivir, incluso la forma de ser de quienes la habitaron. Y, nos guste más o menos lo que percibimos, ya la miramos desde un punto de vista más testimonial o referencial que práctico. En definitiva, empezamos a valorar la arquitectura no sólo por lo que nos sirve, sino por lo que nos cuenta.

En Beniaján hay sin duda muchas casas viejas, pero a poco que nos detengamos a mirarlas con tranquilidad y perspectiva, seguro que distinguimos algunas que nos llaman especialmente la atención. Y al contemplarlas, lo haremos casi como si tuviésemos delante una fotografía antigua, en blanco y negro, de esas que a pesar de los achaques del tiempo y de estar incluso estropeadas, retratan con nitidez una historia que sentimos de alguna manera cercana. Muchas veces, sólo nos queda del pasado el recuerdo transmitido por esas fotos que guardamos como tesoros; y nos gusta mirarlas a menudo buscando en los rasgos físicos de nuestros mayores, en ellas inmortalizados, alguno que todavía se encuentre en nosotros mismos... ¿Por qué no conservar entonces las casas antiguas, como transmisoras de muchos pasajes de la historia local? ¿Por qué no mantenerlas como referencia, a la hora de revitalizar urbanísticamente el casco antiguo? ¿Por qué no potenciar sus valores o 'rasgos' arquitectónicos y adoptarlos en las nuevas construcciones, integrando progreso y tradición? ¿Acaso nos gusta la imagen que están adquiriendo las calles del Beniaján castizo, cada vez más desnaturalizada e individualista, con las nuevas tipologías y variopintas soluciones de fachada que se han ido construyendo en los últimos años?

Villa Azahar: arquitectura perdida


miércoles, 1 de febrero de 2012

17 de enero. San Antón

La fiesta de San Antón se inscribe dentro de las fiestas del ciclo invernal, poniendo fin al ciclo de navidad en muchos lugares, tal como reza el refrán: "Hasta San Antón, pascuas son". En muchos sitios las fiestas del solsticio de invierno se acompañan de rituales de fuego (hogueras), tal como se hace con el solsticio de verano, que aquí llamamos San Juan y sobre el que ya hemos hablado en este Blog, a propósito de una "falla" de los años 80.

En Zeneta me contaban hace 6 años que aún se estilaba hacer hogueras por San Antón. En Beniaján no nos han llegado noticias sobre fogatas en esta fecha tan señalada. Y tampoco sobre otra tradición que aún pervive en algunos lugares de la huerta (La Luz, por ejemplo), consistente en subir al monte a comer, hacer una paella o unas migas.

Y es que en Beniaján tenían una tradición muy propia, que era la merendona, de la que tenéis un estupendo artículo en este mismo Blog escrito por Gabriel, uno de los participantes en el taller. Nosotros, que somos amantes de las tradiciones, no solo para estudiarlas sino también para vivirlas y revivirlas, nos hubiera gustado ir de merendona el 29 de diciembre, como manda la tradición. Pero nuestro grupo no se rige por el horario natural de los días y las estaciones, sino por el tan artificial horario escolar, así que el 29 de diciembre estábamos de vacaciones y cada uno por un sitio. Aunque me consta que en Beniaján hay algún grupo que aún se junta ese día a comer, tal como nos cuenta Pelegrín, otro de los participantes.
El caso es que no queríamos quedarnos sin merienda campestre y hemos fusionado la tradicional merendona beniajanera con la tradicional subida al monte sanantonera y las fiestas del Bojar y nos hemos ido de merienda al barrio, al área recreativa detrás de las escuelas.



Tal ha sido el éxito de nuestra propuesta que Fina García Lax, de la Comisión de Fiestas del Bojar, se ha acercado a decirnos que les gustaría recuperar la tradición e incorporarla a las fiestas el año que viene, como se puede ver en esta foto:


Realmente ha sido una experiencia maravillosa. Muy divertida, económica y visible. Cada uno llevamos algo, lo que pudimos y lo compartimos. Incluso Victoria y Antoñita llevaron lo que quedaba "de Pascua" para cumplir bien con la tradición.

Los tiempos han cambiado. Ni siquiera está el lugar donde se subía a merendar. Pero el recuerdo queda y la memoria es más fuerte que el silencio.
Y ese es el gran valor de lo que llamamos "patrimonio inmaterial", que reside en la memoria, en el recuerdo y en el corazón, lugares todos ellos inaccesibles para las máquinas del desarrollismo, la especulación inmobiliaria o los planes de ajuste europeo.
Mientras nos quede el recuerdo, la tradición no se perderá.

Y prueba de ello es también la foto que sigue, donde podemos adivinar cómo se transmite otra tradición aún muy viva: la colombicultura (o palomistas): hombres mayores y niños entrenando palomas en la rambla.


PD: El 17 de enero de 2012 fue martes. Así que respetamos la fecha y no hacemos eso de pasarlo a un domingo. En estos tiempos de repensarlo todo, ¿por qué no se puede hacer una tradición en su día, aunque no sea festivo? Este planteamiento vale igual para ateos u otras religiones. Pensemos el caso, por ejemplo de la musulmana fiesta del Cordero, que no coincide con un festivo oficial.
Próximamente será la Candelaria (jueves, 2 de febrero) que pone punto final definitivo al ciclo navideño. Y después Carnaval, la gran fiesta del invierno. ¿Por qué perder el martes?
¿Por qué?...