Este es el blog del taller de Recopilación de la Historia de Beniaján, una experiencia desarrollada entre los años 2010 y 2015 en la Escuela Popular de Beniaján. Participó en ella un nutrido grupo de personas del pueblo que, día a día, dieron constancia de su tiempo y de su memoria para que su voz no se pierda. En 2016 publicaron el libro "Beniaján y sus gentes. Un paseo por la memoria", recogiendo parte de su investigación. Este trabajo ha tenido continuidad y se ha consolidado en el Centro Cultural de Beniaján a través de "Conoce tu localidad", taller que sigue activo hasta hoy, recopilando aspectos sobre el patrimonio y la historia de Beniaján.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Albores constitucionales

-->

Entre 1820 y 1823 se desarrolla un periodo de la historia española en el que se vuelve a adoptar la que había sido nuestra primera carta magna: la CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ (conocida popularmente como “La Pepa”). Ésta había sido promulgada en 1812 y tuvo una vigencia inicial de sólo dos años, pues en 1814 se restaura el gobierno absolutista con la llegada al trono de Fernando VII. Será en 1820 cuando se produzca un levantamiento del pueblo a favor de los derechos constitucionales, encabezado por el capitán Riego y su famoso pronunciamiento: «Es de precisión para que España se salve que el rey Nuestro Señor jure la Ley Constitucional de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles. ¡Viva la Constitución!». Finalmente, en marzo de 1820, se publica el manifiesto de Fernando VII acatando (a regañadientes) la anterior Constitución y se inicia así el llamado TRIENIO LIBERAL.

Estos tres años estarán protagonizados por la inestabilidad política que trajo consigo, por un lado, el lógico y natural desapego del monarca por el modelo constitucional; y por otro, los constantes enfrentamientos entre quienes consideraban válido el equilibrio de poder entre las Cortes y el Rey que propugnaba la Constitución de 1812, y quienes eran partidarios de redactar una nueva carta magna más reformista. El pueblo, dividido, no supo contener las presiones en bloque de un absolutismo apoyado desde Europa y que tenía al propio rey como cómplice. El ejército de los llamados “Cien Mil Hijos de San Luís”, enviado en 1823 desde Francia para invadir el país, acabó aplacando el liberalismo español y devolviendo el poder absolutista al afrancesado Fernando VII durante los diez años siguientes.

Poniendo la lupa en Beniaján, la proclamación inicial de La Pepa y su posterior  restauración durante el Trienio Liberal, posibilitó la constitución del tan ansiado AYUNTAMIENTO para nuestra localidad; por fin las leyes lo permitían (es más, lo exigían) y Murcia no podría oponerse. Y es que la Constitución de Cádiz contemplaba (en su artículo 310) la formación de nuevos consistorios en aquellas poblaciones con más de 1.000 habitantes, una medida liberalizadora con la que se pretendía romper el centralismo administrativo de los grandes concejos y erradicar el poder ejercido durante generaciones por sus viejas oligarquías sobre el territorio. Beniaján superaba holgadamente en aquel momento los 2.000 habitantes. 

“Art. 310. Se pondrá ayuntamiento en los pueblos que no le tengan, y en que convenga le haya, no pudiendo dejar de haberle en los que por sí o con su comarca lleguen a mil almas, y también se les señalará término correspondiente.” 

Beniaján y muchas otras pedanías del municipio de Murcia se proclamaron villas independientes en aquellos años, pero sólo las más grandes pudieron mantener finalmente su autonomía más allá del Trienio Liberal (Beniaján entre ellas). El continuo estrangulamiento económico ejercido por la capital, contraria a ceder a los nuevos ayuntamientos la parte de las rentas y beneficios que les eran propios, acabó por hacer desaparecer al resto en 1856 y puso fin, hasta la fecha, a la independencia municipal de Beniaján.

Son esenciales estos años dentro de la historia local, no sólo por el establecimiento de la deseada municipalidad, sino por suponer un primer periodo de apertura y avance social entre la clase trabajadora. Los habitantes de la Huerta de Murcia (más que los de la ciudad), eran eminentemente labradores, ganaderos, gentes en su mayoría dedicadas a trabajar la tierra y el ganado de otros, sometidos siempre al poder de señores y terratenientes. La Constitución vigente, aunque todavía parca en derechos, ya garantizaba la igualdad de los ciudadanos ante la ley, los hacía beneficiarios de las contribuciones y, sobre todo, otorgaba soberanía nacional. La Huerta, hasta ese momento un territorio en poder de unos pocos, inicia el lento proceso de reparto de la tierra entre sus arrendatarios que ya se irá desarrollando a lo largo de todo el siglo XIX, acompañado en lo tocante a la propiedad religiosa por la Desamortización de las tierras ligadas a las órdenes monásticas (un tema de mucha enjundia también en nuestro pueblo, que convendrá tratar más en profundidad).


Como curiosidad y muestra del gran impacto que debió suponer para la población la aplicación de aquella carta magna, y más en un término municipal recién constituido como el nuestro, reproducimos a continuación un oficio publicado en el “PERIÓDICO DE LA SOCIEDAD PATRIÓTICA CONSTITUCIONAL”, con fecha 3 de agosto de 1820. Trata de la remisión, por parte del Ayuntamiento de Beniaján a la autoridad provincial, de un llamativo ofrecimiento realizado por el entonces párroco de la localidad a propósito del nuevo orden político instaurado: 

"Para satisfacción de los amantes de las nuevas instituciones, y como un testimonio de obediencia a las órdenes del Rey, se inserta el siguiente oficio del Ayuntamiento Constitucional de Beniaján al Jefe Superior Político interino de esta Provincia:

Excmo. Señor: Con fecha 23 los corrientes, ha dirigido el Cura Párroco de esta Villa D. Mariano Navarro a este Ayuntamiento el oficio siguiente:

Deseando que mis feligreses posean cuantos conocimientos les sea posible de la sabia Constitución de nuestra Monarquía Española y de los decretos del sabio Congreso Nacional de Cortes, he pensado, con el consentimiento de V.S.S. superior permiso, que además de las instrucciones que doy al pueblo en los días festivos al mismo tiempo que le explico la Doctrina Cristiana, en los mismos y por la tarde establecer una sesión pública en la localidad que S.S. tenga conveniente, con el objeto de instruir con particularidad a los labradores y jornaleros de los que se compone este Vecindario, los Artículos que abraza nuestra Constitución; suministrándoles del mismo modo las ideas de agricultura que proporciona nuestro sabio congreso; sin otra recompensa que la satisfacción que resultará a mi Alma de ser útil a la Patria. Espero del celo y patriotísimo singular que distingue este Ayuntamiento, cooperará a este bien conservando el orden y tranquilidad que debe reinar en este acto, como también me franqueará los sabios decretos de Cortes establecidos o que por tiempo se establecieren. Dios guarde a V.S.S. muchos años. Beniaján, 23 de Julio de 1820.

Lo que este Ayuntamiento ha acordado se pase a noticia de V.E. para su inteligencia y determinación, haciéndole presente que de este establecimiento resultará un gran adelanto a estos vecinos; y al mismo tiempo de la exactitud de dicho Cura en el cumplimiento de sus deberes, amor y adhesión a la Constitución, espera grandes ventajas."

En el número siguiente del mismo periódico, con fecha 10 de agosto de 1820, se publica la contestación dada por el Sr. Jefe Político al Ayuntamiento de Beniaján a este respecto; transcribimos un extracto de la misma:

“Una conducta tan poco común, y en que tanto resplandecen el amor de la Patria y manifiesta adhesión a las nuevas instituciones de este R. Párroco lo hacen acreedor a la gratitud de todos los Españoles que aman y desean la felicidad de la Nación, y más particularmente de V.S. y de ese vecindario que sin duda prosperará rápidamente con las tareas de un Pastor tan adornado de virtudes cívicas. Así espero participe V.S. al R. Cura que su conducta me ha sido de la mayor satisfacción, y que no dude cooperaré por cuantos medios estén  a mi alcance a el feliz resultado de sus patrióticos anhelos, sintiendo el no remitirle por ahora la Colección de Decretos que ha pedido a V.S., por no haberse hecho aún su reimpresión; y no dudo que ese Ayuntamiento contribuirá por su parte en cuanto convenga a tan laudable e interesante objeto.”

En resumen, aquel voluntarioso párroco se ofrecía a explicar a los beniajanenses de la época los pormenores del articulado de la Constitución y los decretos de las Cortes, manteniéndoles al tanto de todos sus derechos y deberes. A las autoridades municipales y provinciales les pareció una idea magnífica. Y entenderemos mejor el entusiasmo de D. Mariano Navarro y su afección por las nuevas leyes si tenemos en cuenta lo que decía “La Pepa” acerca de la confesionalidad del Estado: 

“Art.12 La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, única y verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra.” 

Cabe decir aquí que el citado párroco de San Juan Bautista, D. Mariano Navarro y Carví, fue un clérigo muy erudito que trabajó arduamente en la recopilación y clasificación de los libros que hasta aquel momento constituían el archivo eclesiástico de Beniaján. Dedicó años al estudio de los datos que aparecían en los legajos más antiguos, dejando constancia de aquella investigación en notas manuscritas que, aún conservadas, nos describen muchos acontecimientos de la historia local. 

Para finalizar, exponemos una última foto que viaja en el tiempo hasta 1981. Nuestro pueblo salió a la calle tras el golpe de estado del 23F para defender públicamente la nueva etapa constitucional inaugurada en 1978 y que hoy, tan afortunadamente, nos sigue amparando.

 ¡FELIZ 6 DE DICIEMBRE!

miércoles, 23 de noviembre de 2011

¿Es historia?

Muchas veces empleamos el término "eso es historia" de manera coloquial para referirnos a hechos que ya forman parte del pasado, que ya no suceden, que ya no se dan.
Sin embargo, cuando hablamos de La Historia con mayúsculas esta acepción de "tiempo pasado que no volverá" tal vez sea incorrecta.
Posiblemente esta afirmación esté haciendo fruncir el ceño de quien la lee y cuestionarse: ¿cómo? ¿que la historia no nos habla del pasado? ¿entonces qué?
Sí. Efectivamente la historia nos cuenta lo que pasó en un tiempo más o menos lejano pero también nos informa de lo que pasa y lo que pasará. Es decir, un hecho histórico tiene resonancias en el presente y dejará su huella en el futuro.
A lo que voy: no podemos entender la historia como una sucesión de hechos aislados que se pasan uno tras otro y "a otra cosa, mariposa", sino todo lo contrario.
La historia es la ciencia del tiempo y el tiempo es un continuo: el día sigue a la noche como los años a las estaciones y los milenios y a los siglos. No hay interrupciones. Todo está conectado.

Toda esta reflexión viene a colación del artículo que traigo hoy hasta el Blog.
Hoy voy a hablar de un hecho reciente, pues se produjo en 1987 pero lo que nos cuenta esta historia, lamentablemente "no es historia", pues habla de una lacra muy presente aún en la actualidad.
Pero no quiero que caigamos en el error de pensar que esto no es historia porque es reciente pero lo que sea lejano, sí lo será. Y me viene a la cabeza un ejemplo: la guerra es muy antigua pero, lamentablemente también, tampoco "es historia".

Una vez hechas estas reflexiones paso a comentaros la historia de esta foto, propiedad de Antonio Barceló:


La foto es de una "falla" que la Peña El Azahar hizo en 1987 para quemar en la noche de San Juan.
La tradición de hacer hogueras para quemar "trastos viejos" viene de antiguo en el Mediterráneo y está vinculada a los rituales ígnicos de las sociedades agrarias que celebraban los solsticios y equinoccios. Recordemos que el fuego es un elemento purificador, de limpieza y fertilidad para la tierra.

Pues bien, en Beniaján, como en casi todos los pueblos se hacían hogueras por San Juan y la gente hacía pilas de trastos viejos para quemar durante la noche más corta del año.
En los años 80 se construye en Beniaján la barraca de la Peña El Azahar y en esa sede se llevan a cabo diferentes actividades y talleres, como en este caso, un taller de cartón piedra para construir bonitas "fallas" a las que prender fuego en la noche mágica.

Esta foto es interesante por varias razones:

  1. Nos habla de una tradición ahora perdida en Beniaján: las hogueras de San Juan. Y nos explica su sentido: purificar mediante el fuego aquello que no queremos, aquello que nos sobra, aquello que está de más. Y de ahí la temática de esta escultura en cartón piedra: el SIDA.
  2. Nos habla de un movimiento vecinal que comenzó en los años 70 y que tuvo su máximo esplendor durante los 80: las peñas huertanas. 
  3. Nos muestra a un trabajo ciertamente cooperativo, artístico, crítico y creativo de los vecinos del pueblo.
  4. Y, sobre todo, nos da mucha información del contexto en que se hizo: aquel año de 1987.
El tema elegido para la falla no es casual. 
Los años 80 son los años de la posmodernidad, de la consolidación de la libertad después de 40 años de dictadura, de la relajación de las estrictas normas morales y represivas del nacional catolicismo y la proliferación de posturas más abiertas en lo sexual y en el ocio.
Pero la felicidad no podía ser total. Justo en estos años de ilusión y apuesta por la libertad irrumpen dos lacras que afectan sobre todo a los jóvenes: por un lado, las toxicomanías y su reina, la heroína. Por otro lado, el SIDA, una enfermedad de la que se sabía poco y que pronto estigmatizó a prostitutas, homosexuales y heroinómanos. De hecho, todavía hoy hay gente que piensa que está libre de este mal cuando ya es de sobra conocido que los heterosexuales que tienen prácticas de riesgo están tan expuestos como cualquier otro colectivo. 
Muchas familias se vieron afectadas por estas problemáticas que tocaron por igual a gente de toda procedencia y escala social. El drama de ver morir a sus hijos se instaló en varias casas de Beniaján y de cualquier punto del Estado Español. 
Las autoridades tardaron en reaccionar ante todo ello y no es hasta los años 90 que empiezan a hacerse campañas de prevención no sin polémica como aquélla en la que el director del instituto encontraba un condón en el vestuario y todos los alumnos decían ser el dueño, acabando con el "póntelo. pónselo" que seguro muchos aún recuerdan.




Los vecinos de Beniaján no se quedaron cortos en su reflexión ante tal situación y dedicaron la pira de 1987 al SIDA, la heroína y otras plagas, recomendando encarecidamente el uso del preservativo como el mejor medio para evitar el contagio, por lo que ocupa el lugar más destacado del conjunto.

Por último, os recomiendo un documental ("Morir de día", de Laia Manresa) que he visto hace poco y que habla de cómo y por qué irrumpió la heroína (y una de sus consecuencias, el SIDA) entre los jóvenes a finales de los 70 y a lo largo de los 80. Está ubicado en Barcelona y aunque Barcelona y Beniaján tienen pocas cosas en común, el contexto era el mismo y el fenómeno se podría explicar igual para los dos casos.

lunes, 21 de noviembre de 2011

La historia de una anciana y su telar: retrato de una época


Reproducimos a continuación un artículo encontrado en una antigua revista de tirada nacional ("ESTAMPA"), cuya protagonista es una anciana de Beniaján llamada Carmen Barceló: en él se aborda la vida, el contexto social y los recuerdos de una de la últimas tejedoras que quedaban por entonces en la Huerta de Murcia. Conviene señalar aquí que son constantes las referencias que tenemos sobre la existencia de numerosos telares en Beniaján, como muestra de una actividad textil artesanal muy arraigada en el pueblo desde antiguo y siempre vinculada a la tradición serícola, constituyendo una de sus principales actividades económicas hasta el periodo pre-industrial de finales del siglo XIX. La lectura del artículo se convierte hoy para nosotros en un doble viaje al pasado, pues la publicación es del año 1931... y ya entonces se contempla este trabajo como un oficio trasnochado y casi extinguido. Las fotografías pertenecen al mismo reportaje.



LA VIEJECITA QUE LLEVA 77 AÑOS TEJIENDO EN UN TELAR DE PEDALES 

Nos seduce la fisonomía de esta viejecita humilde que, como las de los Nacimientos, vive en una casita rústica con ventanas de tosca madera y balcón apenas saledizo.

Carmen Barceló, que así se llama, tiene, por más semejanza con las de los Nacimientos, esa brillante pátina que presta el barniz al barro, y la limpieza meticulosa a las personas. Ya, al entrar en su hogar, se nos anticipa este rasgo de su carácter; limpieza en las blancas paredes enjalbegadas de cal, en las desnudas vigas, en los suelos de tierra apisonados y barridos hasta hacerlos joyantes, en las panzudas tinajas, en el viejo arcón familiar... Nos parecerá entrar en la casa de una moza, ¡tal alegría y limpia juventud se respira en todo!, si no estuviera allí, arrebujada y sola, entre montones de tiras de tela, junto al viejo telar, Carmen Barceló, tejiendo mantas retaleras.

La virtud del trabajo 

Se levanta al vernos llegar inopinadamente, y nos dice, mientras salta tras el telar con agilidad juvenil, que tiene noventa años cumplidos. ¡Noventa años, Señor, y sin conocer más mundo que este reducido ámbito pueblerino y el camino real que conduce al mercado extramuro de Murcia! Noventa años vividos en esta calleja angosta que termina en un verdor intenso y bronco de naranjales. Aquí se casó, aquí nacieron sus seis hijos, aquí murieros tres de ellos y su marido, y de aquí marcharon los demás a vivir su vida, y aquí quedó ella con su telar y sus mantas...

"Porque quiere, sabe usted -nos dice su hija, que nos acompaña en la visita-. Gracias a Dios no le hace falta trabajar para vivir bien, pero no hay quien la obligue a estarse quieta. Y aquí la tiene usted, todo el día en su telar. Algunas noches vengo yo creyendo que duerme y la encuentro tejiendo a la luz del candil." 

La abuela protesta... Trabaja porque si no lo hiciera se moriría. Toda su vida trabajando... Y que la vida es para eso, Señor. De niña -sigue contándonos con voz clara, segura y llena de un fino donaire- trabajaba en un telar de cintas y su madre iba al mercado a hacer la venta. A los trece años le dieron uno como el que hoy tiene, y encima de él sus manos han ido tejiendo el poema de laboriosidad y abnegación de toda su vida.


Aquellos tiempos eran peores que éstos

- ¿A qué edad casó usted?
- A los veinte años.
- ¡Qué joven! -exclama alguien.
- Ya sabía contar los dineros -responde rápida la abuela con picardía.

Y nos habla de cosas de su vida. De su viudedad a los 36 años con el problema de los hijos irresoluto. De las revueltas políticas, que estremecieron al público, cuando el Gobierno envió a Beniaján muchos cientos de fusiles. La figura inquieta y exaltada de Antonete Gálvez pasa por la conversación. Figura llena de simpatía... "para quien pensara como él". La abuela tiene en la cabecera del lecho colgada una estampa de la Virgen del Carmen y en el testero de la derecha un cromo de la juventud de Alfonso XIII.

- Sin embargo -la interrumpimos-, aquellos tiempos eran mejores que éstos.
- No lo crea usted. Entonces este pueblo era un caserío. Había que ir a Murcia por tó. Pero ahora es otra cosa, ahora hay ¡hasta cine!
- ¿A usted le gusta el cine?
- No lo conozco. Cuando era joven porque no me dejaban ir, y ahora porque no quiero yo. Antes estaba de otra manera; se representaban comedias buenas, como la Pasión de Nuestro Señor; pero ahora no hacen más que galopinerías que luego aprenden los zagales. Todos en el pueblo saben los nombres de esas tunantas que se presentan en cueros...

Dos mantas para Madrid
 

"Ni ha ido al cine -añade la hija- ni se ha retratado nunca." Son, pues, estos retratos que reproducimos los únicos que tiene esta viejecita, que posa admirablemente, con singular serenidad y hasta con cierta coquetería, interrumpiendo de cuando en cuando las poses para dar escape a su asombro: 

- ¡Y salir yo a mis años en los papeles retratá!
- A ver si con ellos tiene usted más pedidos.
- Ya tengo, ya -exclama con visible orgullo-. Para Madrid estoy terminando dos mantas.
- ¿Tarda usted mucho en hacer una?
- Se pueden hacer hasta dos a la semana.
- ¿Producen mucho?
- Poco. Se vende cada una a 30 y 40 reales. 

Este telar es el único, o uno de los raros ejemplares que hoy quedan en la huerta donde, en tiempos no lejanos, produjeron una interesante industria. La abuela tejió en él, primero paños y cobertores finos que los jueves llevaba su marido a los mercados de Murcia; después, cuando halló la competencia de las grandes fábricas, redujo su actividad sólo a estas mantas retaleras que se usan ya poco en estos tiempos.
Y al pie del telar horas y horas, esta viejecita es feliz. Piensa en su vida llena de abnegaciones, en los hijos criados con la ayuda de su trabajo... Y su soledad es un símbolo y una acusación cuando, de noche, a esa hora en que las gentes llenan los teatros, los cabarets y las tabernas, o se debaten en sueños de lucha y competencia, ella, a la débil luz de un candil, silenciosa y con el alma en paz, teje sus mantas...

Texto: Raimundo de los Reyes. Fotos: Mateos
Artículo publicado en el nº 161 de la Revista "Estampa"
(7 de febrero de 1931)


sábado, 19 de noviembre de 2011

Una reseña con historia





El XIX fue un siglo en el que proliferó la publicación de diccionarios, enciclopedias y guías territoriales que describían los distintos pueblos y ciudades de la geografía española. Uno de los más conocidos es el  "Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar", una obra compuesta por 16 volúmenes que publicó el político Pascual Madoz entre 1846 y 1850. El Diccionario Madoz, como se le conoce actualmente, sigue siendo consultado por muchos investigadores porque ofrece una descripción bastante completa de cómo eran los lugares que hoy conocemos en aquella época, incluyendo datos de población, economía, etc. 

Beniaján también aparece reseñado en esta publicación, concretamente en la página 205 del Tomo IV, cuyo texto reproducimos a continuación. Leerlo con la distancia que ofrecen los 165 años que nos separan de aquel momento de nuestra historia, resulta sin duda curioso. Significativo, por ejemplo, que se definiera Beniaján como "villa con ayuntamiento" (pues efectivamente gozaba en aquel tiempo de independencia municipal); o la extensión de su término, que llegaba hasta los límites del actual Torre Pacheco, abarcando ya entonces la zona de Tiñosa y Los Dolores; también resulta curiosa la existencia en el pueblo de dos escuelas separadas, para niños y niñas (por cierto, con menos alumnas y menos dotada la segunda). Pese a los muchos cambios que podamos apreciar, estas referencias del pasado nos ayudarán siempre a comprender mejor el Beniaján de hoy. 

......."VILLA con ayuntamiento en la provincia y partido judicial de Murcia, audiencia territorial de Albacete, capitanía general de Valencia y diócesis de Cartagena. SITUACIÓN, al sur de la capital, frente a un cerro que le impide su vista. CLIMA, aunque cálido, bastante sano, combatida por los vientos de este y sur, y más propensa a tabardillos y tercianas que a otras enfermedades. Forman la población 255 casas y existen otras muchas esparcidas por el campo: hay escuela de primeras letras para niños (60), dotada con 100 ducados, otra para niñas (30) con 363 reales de asignación; e iglesia parroquial de tercera clase (San Juan Bautista), servida por un cura, un teniente y dos exclaustrados. A la salida del pueblo en dirección al sur, se encuentra una ermita dedicada a San Antonio Abad; otra en el campo a la Purísima Concepción, y otra en la huerta a Maria Santísima de los Dolores. Confina el TÉRMINO por el norte con el río Segura; al este, Torreagüera; al sur, Sucina, Pacheco y Corbera, y al oeste Murcia y Algezares. En él se encuentran varios hornos de cocer yeso, dos caseríos conocidos con los nombres de Tiñosa Alta y Baja, y muchas casas diseminadas. El TERRENO es de buena calidad; comprende además del secano, poblado de olivos, 4797 tahullas de riego, fertilizadas por el mencionado río y una fuente que tiene su origen en el monte llamado Columbares. Los CAMINOS dirigen a los pueblos inmediatos, incluso a las ciudades de Cartagena y Murcia, y de este punto se recibe la correspondencia por un baligero. PRODUCE en la huerta: seda, trigo y otros granos, maíz, frutas y hortalizas; y en el secano: aceite. Hay cria de ganado cabrio y lanar, caza de aviones y alguna pesca en río. POBLACIÓN: 299 vecinos, 1255 habitantes, dedicados a la agricultura, ganadería y yesería. Existen varios telares de lienzo y cintas, y bastantes molinos de aceite. CAPITAL PRODUCTOS: 9.838,366 reales; IMPONIBLE: 291,151 reales."

PASCUAL MADOZ, "Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España" (1846)


El dato de población de 1.255 habitantes que encontramos aquí, contrasta y mucho con el que nos ofrecen otras publicaciones de la época. En la descripción del "Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal" (Sebastián de Miñano, 1826) se habla de 2.528 habitantes en Beniaján; el "Diccionario Geográfico Universal" (Sociedad de Literatos, 1831) ya eleva la cifra a 2.906; y en "España Geográfica, Histórica, Estadística y Pintoresca" (Francisco de Paula Mellado, 1845) desciende a los 2.408. Esta diferencia de un millar de habitantes respecto a los 1.255 del año 1846 bien podría deberse a un simple error en el cómputo de vecinos realizado por Madoz, o tal vez a un descenso masivo de la población local a causa de las graves epidemias que azotaban la zona en aquella época. Como referencia comparativa, la ciudad de Murcia contaba a mediados del siglo XIX con unos 45.000 habitantes. Y para aportar un último dato censal, podemos añadir que a finales del XIX y según el libro "Ordenanzas y Costumbres de la Huerta de Murcia" (fechado en 1.889), Beniaján suma ya la muy destacada cifra de 3.157 habitantes.

martes, 15 de noviembre de 2011

Aquellos ultramarinos... aquellas casas - tienda... aquellas mujeres.



Esta foto fue tomada el 5 de agosto de 1951.
En aquellos años la economía se articulaba principalmente sobre el sector primario. Un amplio porcentaje de población trabajaba la tierra, de la que obtenía sus frutos y se cuidaban animales en casa. Sin embargo, había productos de primera necesidad (aceite, café, pescado) que no se podían conseguir en el entorno inmediato a la vivienda. Para satisfacer esta necesidad proliferaron las tiendas llamadas de “ultramarinos” o “colmados”.
Hay que recordar que en estos primeros años de la década de los 50 la autarquía todavía era una realidad en la España franquista y la gente aún tenía que ir a las tiendas y repartos de comida con la cartilla de racionamiento.
La escasez y la miseria era algo generalizado y estas tiendas tenían muchas púas de lo que la gente le dejaba a deber. La situación era tal que se usaban múltiples sistemas de medida para poder vender de todo a granel y en cantidades muy reducidas, para poder adaptarse a la falta de dinero de los compradores.
En este caso se trata de la tienda de Soledad, conocida como “La Barcelona”, por su apellido (Barceló), no porque fuera catalana de origen.
Muchas veces (como sucedía en el caso que nos ocupa), las familias que abrían este tipo de negocios lo hacían porque también tenían un camión y/o un carro que les posibilitaba ir hasta los centros de abastecimiento de estas mercancías y venderlas no sólo en la tienda del pueblo sino también en las viviendas dispersas de la huerta. Además, hacían portes y llevaban gente de un sitio a otro. Es decir, el negocio estaba “diversificado”, como se diría ahora y las fuentes de ingresos eran múltiples, no sólo la tienda.
En la Calle Mayor de Beniaján había varias tiendas de este tipo.  

Cambio social:
Estas tiendas fueron desapareciendo durante la década de los 80, con la llegada de los supermercados e hipermercados y sus ofertas de precios bajos.
En la actualidad perviven algunos de estos colmados, dando servicio a las viviendas próximas pero en su mayoría se han reciclado en una especie de pequeño supermercado de barrio.
El cambio más reciente y notorio en la Calle Mayor de Beniaján lo pone la existencia de una carnicería Halal abierta hace unos 3 años por una de las familias marroquíes que viven en el pueblo.

Género:
El trabajo estaba dividido: sólo el hombre (no aparece ninguno en la imagen) podía hacer los portes y conducir el carro o el camión. La mujer trabajaba. Pero siempre en el ámbito doméstico, aunque esto incluyera una actividad productiva, como en la escena comentada.
Las hijas podrían ir a trabajar fuera de la casa mientras no se casaban, lo cual sucedía habitualmente. En Beniaján el principal sector económico productivo fuera del hogar y la huerta eran las fábricas de conservas donde trabajaron estas chicas y muchas otras hasta su matrimonio.
Tras el matrimonio tuvieron que pasar varios años y muchos cambios para que pudieran volver al mundo laboral, tal como relatan nuestras informantes.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Nenico El Practicante


El hombre de la imagen fue conocido y reconocido en Beniaján por ayudar a la gente en las situaciones en las que más ayuda necesitamos: ante la enfermedad y en los trances relacionados con la salud. Fue el practicante (hoy ATS) del Beniaján de la posguerra, un tiempo en el que no había seguridad social. Si tenías dinero, te atendían. Si no, se sentía.

Pero él, sin embargo, no iba con la cartera por delante, sino con la voluntad de ayudar en lo que pudiera. Así, puso inyecciones, curó heridas y atendió partos allá donde lo reclamaban.

De esta última vocación (la de partero, como lo llamaban antes, o matrón, como le llamamos ahora), nos llega la siguiente historia, contada por Rafael Sánchez Tomás quien por aquellos entonces era mancebo de la farmacia del pueblo: 

"Me llega un día a la farmacia un gitano de Torreagüera a las 9 de la noche y me dice: oiga, ¿usted es Rafaelito? Y le digo: sí. Y me dice: es que vengo a decirle que tiene usted que ir a casa del Sr. Nenico (y yo: ¿señor Nenico?, claro así llamao, no caía) y dice: porque ha ido a mi casa (Torreagüera), se había metío en la cueva, que era donde vivía la gitana, la reconoció y le dijo: oye que esto faltan 6 u 8 horas para que vaya a nacer el zagal, o sea, que no hay parto todavía, me voy a mi casa y luego volveré. Y el gitano se plantó en la puerta de la cueva y dijo que de aquí no sale nadie hasta que no lo diga yo. Y entonces el otro le dijo: bueno, vaya ud. a la farmacia, pregunte por tal, que era yo, yo fui a decírselo a su mujer y además le dijo, le encargó (que era lo gracioso): y de paso le dice usted que vaya al Chamboy, que le dé una botella de vino pa’l Nenico y otros 10 pajarillos… Y estuvo hasta el día siguiente metío en la cueva." 

Eran tiempos duros en los que se paría en cuevas y se comían pájaros fritos. Tiempos de hambre, frío y miseria. Pero, como suele pasar siempre, hubo personas, como Nenico El Practicante, que los hicieron más llevaderos.




El Nenico tiene dedicada una calle con su nombre en Beniaján, junto al Colegio La Naranja. Es peatonal y comunica la C/ Escuelas con la C/ Instituto, en el Barrio de La Tana.

Ya estamos otra vez en curso

El taller ha retomado su dinámica y hemos vuelto a retomar el tema que nos ocupa: recopilar materiales que nos permitan escribir, construir, describir y mostrar la historia de nuestro pueblo.

Seguimos teniendo el mismo horario que el año pasado: los miércoles por la tarde de 18:00 a 19:30.
Puedes encontrarnos en la Escuela Popular cualquier miércoles a esa hora.

Si quieres contar tu propia historia, ven y visítanos. ¡Te esperamos!